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Por: Jonathan Edwards

Este artículo forma parte de la serie: «365 días con Jonathan Edwards«

«El corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal» (Eclesiastés 9:3).

La santidad de Dios es tal que no soporta ni puede soportar la menor impureza o suciedad. Dios es tan santo que es completamente imposible que desee el menor mal; hacer tal cosa es infinitamente contrario a su naturaleza. Sin embargo, el ser humano es una criatura que llega al mundo llena de esa suciedad que tan aborrecible es para Dios.

El ser humano está completamente corrompido, de la cabeza a los pies. Nada limpio hay en él. Toda disposición y principio han quedado corrompidos y contaminados. Su entendimiento está entenebrecido por el pecado; su voluntad está pervertida por el pecado y todos sus afectos están envilecidos y contaminados por el pecado. El pecado es el dueño y el dominador del ser humano; se enseñorea por completo de su corazón y gobierna sobre todas sus capacidades y facultades. «El corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal» (Ecl 9:3). «Y vio Jehová […] que todo designio de los pensamientos del corazón [humano] era de continuo solamente el mal» (Gn 6:5). «El intento del corazón del hombre es malo desde su juventud» (Gn 8:21).

Sin embargo, a pesar de esto, Dios muestra una gran bondad hacia el ser humano. El mundo humano rebosa de pecado y maldad contra Dios y, sin embargo, Dios rebosa de bondad hacia el mundo. Nadie ha llegado a la edad adulta sin ser culpable de abundantes pecados naturales. Las corrupciones y las perversas disposiciones del corazón comienzan a manifestarse en nuestra infancia, a medida que la razón y las facultades naturales comienza a florecer y a ejercerse incipientemente. Y, sin embargo, Dios es muy bueno y bondadoso cada día con tales personas. Viven de la bondad de Dios a pesar de todo ello. Los mantiene y les tiende sus manos generosas, y los sustenta y mantiene constantemente.

(De «God Is Kind to the Unthankful and the Evil», pp. 72-73). Citado en «365 días con Jonathan Edwards«, lecturas seleccionadas y editadas por Dustin W. Benge, puedes adquirirlo en este enlace.

*Jonathan Edwards (1703 – 1758). Predicador norteamericano congregacionalista, usado por el Señor en el Gran Despertar ; nacido en East Windsor, Condado de Connecticut, puedes leer más de su biografía en este enlace.



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