Por: Tim Challies
Uno de los mandamientos bíblicos más urgentes para nuestros días (y quizás para cualquier día) es decir la verdad con amor. Diferentes personas en diferentes momentos tienden a enfatizar demasiado uno de los dos factores y subestimar el otro, de modo que algunos se alejan de la verdad, mientras que otros se alejan del amor. Pero el Señor espera que hagamos ambas cosas sin competencia ni contradicción. “hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos” dice (Efesios 4:15). Este versículo nos dice que hay algo que debemos hacer y una manera de hacerlo. Hay tanto una acción como una actitud.
Lo que debemos hacer es decir la verdad, o tal vez un poco más claramente, debemos confesar la verdad. Pablo acaba de escribir sobre “la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios”, y esto nos dice que lo que debemos confesar es la verdad acerca de Cristo. Él —su persona, su obra, su evangelio— debe ser el contenido de nuestro discurso, de nuestra confesión. Necesitamos saberlo, creerlo, protegerlo y comunicárnoslo unos a otros.
La forma en que debemos hacerlo es con amor, lo que significa que debemos reconocer que la verdad se puede decir bien o mal. Podemos confesar lo que es verdad, pero de una manera que cause daño en lugar de bendición. Podemos decir lo que es verdad, y aun así pecar al decirlo. Y entonces nuestro llamado es a decir la verdad en amor o, para darle la vuelta, a hablar con amor lo que es verdad.
La manera de hablar la verdad en amor a una persona que ha sido cristiana por semanas puede ser muy diferente a una persona que ha sido cristiana por décadas. La manera de hablar la verdad en amor a una persona que acaba de perder su trabajo puede ser muy diferente a una persona que acaba de recibir un gran aumento. La manera de hablar la verdad en amor a alguien que acaba de cometer una ofensa en ignorancia puede ser muy diferente de una persona que ha cometido una ofensa en pleno conocimiento de su pecado. Toda la verdad es verdad, pero la verdad puede ser dicha en formas que son apropiadas o inapropiadas, adecuadas o inadecuadas, en formas que edifican o en formas que derriban. Todo depende de las circunstancias.
Tal vez alguien ha exhibido un comportamiento pecaminoso y usted está frustrado y enojado por ello, por lo que se apresura a citar un pasaje de la Biblia que lo llama a arrepentirse. Pero no tiene en cuenta que es un nuevo cristiano o que está pasando por un momento de profundo dolor. Eso no excusa su pecado, pero podría explicarlo. Lo que has dicho puede ser cierto, pero lo has dicho desde la ira en lugar del amor. Has añadido tu pecado a su pecado. «¿Ves a un hombre precipitado en sus palabras?», pregunta Salomón. «Hay más esperanza para un necio que para él».
O quizá alguien te dice: «Esta semana me han diagnosticado un trastorno de ansiedad». Y tú intervienes para decir: «Pero la Biblia dice ‘no te angusties por nada'». Esas palabras son ciertas, pero no es amoroso ofrecer una solución trillada a un problema complejo. No es cariñoso decir la cruda verdad a un corazón apesadumbrado. Salomón dice: «Como manzanas de oro en engastes de plata es la palabra dicha a su tiempo.»
El reto, siempre y en todo momento, es mantener unidas la verdad y el amor, y nunca hacer hincapié en una a expensas de la otra. Confiamos en que esto sea posible porque Dios es verdad y Dios es amor. Él es la fuente de ambos, y en Él nunca hay la menor competencia o contradicción entre los dos. Nuestra vocación, por tanto, es imitarle, ser igualmente veraces y amorosos, considerar a ambos como los compañeros más íntimos y los mejores amigos.
Publicado originalmente en inglés aquí.
*Tim Challies es esposo de Aileen y padre de tres niños. Sirve como pastor en Grace Fellowship Church en Toronto, Ontario dónde principalmente se desempeña en el discipulado y como mentor. Es un escritor de reseñas de libros para WORLD magazine, co-fundador de Cruciform Press y fundador del reconocido blog Challies.com.
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