Por: J.C. Ryle
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. – Juan 3:19
Este versículo merece particular atención debido a lo profundamente misterioso que parece. Nos habla de la verdadera razón por que los hombres no van al Cielo y se pierden en el Infierno. No se nos dice cuál es el origen del mal. Se expresa con claridad la razón de que los hombres se pierdan. No hay una sola palabra acerca de algún decreto de Dios que predestine a los hombres a la destrucción. No hay una sola sílaba acerca de alguna deficiencia o carencia, ya sea en el amor de Dios o en la expiación de Cristo.
Por el contrario, nuestro Señor nos dice que “la luz vino al mundo”, que Dios ha revelado el camino de la salvación de manera suficiente como para que no tengan excusa si no se salvan. Pero la verdadera explicación de esta cuestión es que no tienen la disposición o inclinación natural a utilizar esta luz. Aman sus propios caminos oscuros y corruptos más que los caminos que Dios les ofrece. Cosechan, pues, el fruto de sus propios caminos y obtendrán finalmente lo que amaban. Amaban las tinieblas y serán echados a las tinieblas de afuera. No les gustaba la luz y, por tanto, serán privados de ella eternamente. En resumen, las almas perdidas serán lo que deseaban ser y tendrán lo que amaban.
Las personas no van a Cristo y prosiguen inconversas simplemente porque no desean ni quieren ir a Cristo. Aman más cualquier otra cosa distinta de la luz. Los elegidos de Dios demuestran ser elegidos “eligiendo” las cosas acordes a la mente de Dios. Los malvados demuestran ser únicamente aptos para la destrucción “eligiendo, amando y siguiendo” las cosas que conducen a la destrucción.
*John Charles Ryle fue un obispo evangélico anglicano inglés. Fue el primer obispo anglicano de Liverpool y uno de los líderes evangélicos más importantes de su tiempo.