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Por: J.C. Ryle

Leer: Juan 3: 9 -21

Estos versículos nos muestran la forma en que recibimos los beneficios de la muerte de Cristo. Esa forma es simplemente depositar la fe y la confianza en Cristo. Fe es lo mismo que creer. Nuestro Señor repite a Nicodemo esta gloriosa verdad en tres ocasiones. Proclama dos veces que “todo aquel que en él cree, no se [pierde]”. Dice una vez: “El que en él cree, no es condenado”.

La fe en el Señor Jesús es la mismísima llave de la salvación. El que la tiene, tiene vida; y el que no la tiene, no tiene vida. No es preciso nada aparte de esa fe para nuestra justificación absoluta; pero nada salvo esta fe nos proporcionará parte en Cristo. Podemos ayunar y lamentar nuestro pecado y hacer muchas cosas buenas, seguir los mandatos religiosos y entregar todos nuestros bienes para alimentar a los pobres y, sin embargo, no recibir el perdón y perder nuestras almas. Pero si tan solo venimos a Cristo como pecadores culpables y creemos en Él, nuestros pecados serán perdonados de inmediato y todas nuestras iniquidades serán completamente quitadas de en medio. Sin fe no hay salvación; pero por medio de la fe en Jesús, el más vil de los pecadores puede ser salvo.

Si queremos tener una conciencia tranquila en nuestra religión, asegurémonos de que nuestras ideas con respecto a la fe salvadora sean claras e inequívocas. Cuidémonos de suponer que la fe justificadora es algo más que la sencilla confianza de un pecador en un Salvador, que el hombre que se ahoga asiéndose a la mano que se le tiende para su rescate.

Cuidémonos de mezclar cualquier cosa con la fe en lo referente a la justificación. Aquí debemos recordar siempre que la fe se encuentra completamente sola. Un hombre justificado, sin duda, será siempre un hombre santo. La verdadera fe va siempre acompañada de una vida piadosa. Pero lo que hace que el hombre tenga parte en Cristo no es su forma de vivir, sino su fe. Si queremos saber si tenemos una fe genuina, haremos bien en preguntarnos cómo estamos viviendo. Pero si queremos saber si hemos sido justificados por Cristo, solo podemos hacernos una pregunta. Esa pregunta es: “¿Creemos?”.

*John Charles Ryle fue un obispo evangélico anglicano inglés. Fue el primer obispo anglicano de Liverpool y uno de los líderes evangélicos más importantes de su tiempo. 


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