Por: Ezekiel Hopkins*
Mateo 10:29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.
El misterio de la providencia de Dios es una sublime consideración. Es fácil que nuestra razón se pierda con el mismo, porque, cuando intenta escudriñar los eternos decretos de la elección o los enredados laberintos en que la divina providencia camina, se confunde. En ese punto, tendremos que abandonar la búsqueda y no podremos quedar nunca satisfechos, a menos que encontremos alivio en la misma expresión de Pablo en Romanos 11:33: «Cuán insondables son sus juicios».
Es un conocimiento demasiado maravilloso para nosotros. Nos resulta imposible conducirnos en ese lugar secreto, en ese pabellón de nubes rodeado de tinieblas en el que Dios se sienta sosteniendo el casco del mundo. Nuestro Salvador motivó a los discípulos a no preocuparse por aquellos que mataban el cuerpo, pero eran incapaces de matar el alma. La vasija puede estar rota, pero es como el abrir de la puerta de la prisión para dejar al alma escapar a su deseada libertad. Sin embargo, incluso esto solo pueden hacerlo cuando Dios lo permita. No pueden tocarnos sin su permiso.
Lo particular de la providencia
Mira lo particular que es la providencia de Dios. Se dirige a los sucesos más triviales. Un pajarillo no puede caer al suelo sin el Padre celestial. Su providencia ha determinado incluso en qué rama aterrizará, qué grano recogerá, dónde se cobijará, dónde construirá su nido y dónde morirá. Ni una partícula de polvo se mueve en un camino muy transitado sin que Dios la levante, dirija su movimiento y la lleve al lugar específico designado para ella. Ni el viento más fuerte puede moverla del lugar al que se asignó.
El ser humano puede estar muy confiado de que Dios ejercita la providencia más exacta sobre él y sus asuntos. Nada sucede sin nuestro Padre celestial. Ningún mal llega a suceder sin el permiso de su providencia, y ningún bien puede ocurrir sin que la providencia lo ordene para sus propios fines.
*Ezekiel Hopkins fue un teólogo anglicano de la Iglesia de Irlanda, que fue obispo de Derry desde 1681 hasta 1690.
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