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Por: Kevin D. Gardner*

Este artículo forma parte de la serie: Preguntas claves sobre la oración.

Cuando preguntamos sobre la eficacia de las oraciones de las personas, estamos preguntando si acaso Dios está más inclinado a responderlas,, en el sentido de responder positivamente. Es decir, queremos saber si Dios es más propenso a dar a ciertas personas, como nuestros pastores o ancianos, lo que piden en oración.

En cierto sentido, la respuesta a esta pregunta es obvia. Sí, Dios es más propenso a darle a ciertas personas lo que ellos piden en oración. Santiago nos lo dice así: “La oración eficaz del justo puede lograr mucho” (Stg 5:16).

La pregunta entonces viene siendo: “¿Quién es justo?”. Ahí es donde se torna un poco más complicado, aunque en cierto sentido la respuesta nuevamente es obvia: aquellos que están unidos a Cristo por medio de la fe son contados como justos (2 Co 5:21). Aquellos que son justos en Cristo pueden estar seguros de que Dios estará más inclinado a concederles sus peticiones. Santiago 5:16 parece confirmar esto: “Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho”. Lo que esto implica es que aquellos que están orando los unos por los otros en la primera parte del versículo —esto es, los lectores cristianos de Santiago— son esos mismos “justos” que menciona la segunda parte del versículo.

Debemos pedirle a nuestros pastores y ancianos que oren por nosotros.

La justicia en Cristo que poseen los creyentes es una justicia posicional. Es la que nos concede acceso a la presencia de Dios por la nueva posición que tenemos en Cristo. Pero la referencia a Elías que vemos más adelante indica que hay más a la vista. Elías fue un profeta enviado por Dios, pero Santiago no enfatiza su oficio; lo llama “un hombre de pasiones semejantes a las nuestras” (v. 17). En lugar de esto, Santiago enfatiza cómo Elías obedeció al orar “fervientemente” por las cosas que Dios le llamó a orar, esto es, por juicio sobre Israel (vv. 17-18; ver 1 Re 17:1-4).

Esto indica que la justicia personal, el fruto de una vida de obediencia progresiva a Dios mediante el poder santificador del Espíritu Santo, también forma parte de la oración eficaz. Mientras progresamos en la santificación, nuestras oraciones se alinean cada vez más con la voluntad y el corazón de Dios. Dios entonces está cada vez más inclinado a concedernos lo que deseamos porque lo que deseamos será lo que Él desea.

Así que, sí, debemos pedirle a nuestros pastores y ancianos que oren por nosotros. Pero tenemos que saber que no necesitamos que ellos oren por nosotros para que nuestras peticiones sean escuchadas. Podemos orar los unos por los otros, incluso somos animados a hacerlo. Y podemos acercarnos nosotros mismos al trono de Dios, confiados de que Dios se complace en conceder acceso a aquellos que están revestidos de la justicia de Su Hijo y que están siendo santificados por Su Espíritu Santo. El Señor se deleita en responder las oraciones de fe de Sus hijos (Stg 5:15).

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Este artículo fue publicado originalmente en Tabletalk Magazine.

*Kevin D. Gardner es editor asociado de la Tabletalk Magazine y graduado del Westminster Theological Seminary en Filadelfia. Él es un anciano docente ordenado en la Iglesia Presbiteriana en América.



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