Por: John Piper.
Este artículo forma parte de la serie: «El nuevo nacimiento»
Romanos 8:7-8: Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
En Romanos 8.7, Pablo dice: «Por cuanto los designios de la carne [literalmente, la mente de la carne) son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden, y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios» (cursivas añadidas). En el siguiente versículo, nos damos cuenta de lo que Pablo quiere decir con «los designios de la carne» y vivir «en la carne».
Dice en el versículo 9: «Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros…». En otras palabras, está comparando a los que son nacidos de nuevo y tienen el Espíritu con los que no han nacido de nuevo y, por tanto, no tienen el Espíritu, sino que solamente tienen la carne. «Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es» (Jn. 3:6).
Su punto es que, sin el Espíritu Santo, nuestra mente es tan resistente a la autoridad de Dios que no nos vamos a someter Él, y tampoco podremos hacerlo. «Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden». Y si no podemos someternos a Él, no podemos agradarle. «…Y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios». Así de muertos, de entenebrecidos y de duros estamos delante de Dios, hasta que Él nos hace nacer de nuevo.
Tomado del libro «¡Más vivo que nunca! de John Piper. Foto de Mariano Nocetti en Unsplash
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