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Por: Paul Washer

Este artículo forma parte de la serie: «Los medios esenciales de gracia»

Puede leer la primera parte de este artículo EN ESTE ENLACE

La segunda gema que descubrimos en esta oración es como un diamante multifacético; hay tres peticiones individuales que están íntimamente relacionadas entre sí. Estas peticiones deben ser nuestra pasión controladora y deben representar la mayor porción de todas nuestras oraciones.

Deben orarse con respecto al cristiano individual, la iglesia en general y la humanidad entera. En la primera petición, «Santificado sea Tu nombre», oramos para que el nombre de Dios sea reconocido como separado, inconfundible y por encima de todos los demás nombres y que Él sea honrado como tal. Por nosotros mismos y por la iglesia, le pedimos a Dios que podamos crecer en nuestra estimación de Él y nuestra devoción a Él; que permanezca en una categoría completamente separada en nuestros corazones, por encima de todos los demás amores y sin que compita con otras lealtades. Por el mundo incrédulo estamos orando para que el evangelio avance, elimine la ceguera espiritual de las naciones y les de un corazón nuevo para que puedan estimar la persona y la voluntad de Dios por encima de todas las cosas.

En la segunda petición, «Venga Tu reino», le estamos pidiendo a Dios que Su soberano y legítimo gobierno se convierta en una realidad cada vez mayor en nosotros individualmente y en la iglesia colectivamente; para que podamos rendirle la totalidad de nosotros: corazón, alma, mente y fuerza; y que sea reconocido como Rey de reyes en cada momento, categoría y detalle de nuestras vidas. Por el mundo incrédulo estamos orando para que cese su guerra contra Dios y reconozca Su derecho a gobernar en cada persona, institución y situación; que cada faceta de la sociedad, el gobierno, la cultura, el arte y la ciencia lo reconozcan como Señor y aplaudan Su derecho soberano a gobernar.

Tomado del libro «Los medios esenciales de la gracia«, de Paul Washer.


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