Por: David Wilkerson
Debo preguntarte: Cuando golpea la tormenta, ¿vas al Señor en oración? Si es así, entonces estás obteniendo fuerzas, porque tu mente está fijándose en el amor de tu soberano Padre celestial. En Su presencia, Él continuamente te revela Su poder y te alienta para que puedas llegar a la meta.
No es voluntad de Dios que Sus hijos enfrenten los tiempos peligrosos que están delante, paralizados de miedo, de hecho la profecía bíblica y las advertencias no deberían asustarnos. El deseo de corazón de Jesús, al respecto, se puede notar claramente:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
ADVIRTIÉNDONOS EN AMOR
Jesús profetizó sobre eventos mundiales venideros que sonaban aterradores. Habló de guerras, pestes y terremotos en diversos lugares. Y Él advirtió a sus oidores: “Van a ser afligidos, y algunos de ustedes incluso serán muertos. La iniquidad abundará. Los falsos profetas y los mesías se levantarán engañando a muchos” (ver Mateo 24:3-41).
Más adelante en Mateo, Jesús explica que la razón de haber advertido sobre tales sucesos catastróficos era para que creamos en Él cuando veamos que estas cosas sucedan.
ÉL ES EL SEÑOR POR ENCIMA DE TODO
Jesús no trataba de poner sobre nosotros una carga de miedo. De hecho, Él simplemente, no quiere que seamos sorprendidos cuando seamos golpeados por horribles tempestades. Él no quiere que nuestra fe naufrague cuando enfrentemos de pronto, un sufrimiento increíble. Y sobre todo, Él quiere que creamos que hay un Señor, por encima de todas estas horrendas cosas, un Padre que es suficientemente amoroso, como para advertirnos al respecto y guardarnos en medio de éstas.