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Por: Nancy DeMoss Wolgemuth

Este artículo forma parte del devocional «El lugar apacible«

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn. 16:33).

ES UN HECHO DE LA VIDA: mientras vivamos en este mundo caído, las pruebas, las heridas y el sufrimiento son inevitables. Nuestra experiencia se diferenciará de la de otros en los detalles y el grado. Pero todos sufrimos daños de alguna especie… y es probable que muchas veces en la vida. Encontraremos situaciones que proporcionan el terreno fértil para que el resentimiento y la falta de perdón echen raíces y broten en nuestro corazón.

Pero hay otro hecho de la vida que podría no ser tan obvio: El resultado de nuestra vida no está determinado por lo que nos sucede o cómo nos tratan los demás, sino por cómo respondemos a esas “dificultades”.

Seremos afectados, desde luego, por esas circunstancias dolorosas que son parte de la naturaleza de nuestra vida. Pero por muy horrendas que sean, esas dificultades no tienen el poder de controlar el resultado de quiénes somos. No poseen la autoridad de declararnos víctimas.

Sé que esto podría no ser una buena noticia, porque parece volvernos a poner la carga de la responsabilidad sobre nuestros hombros y dejarnos sin nadie a quien culpar por nuestros problemas. Pero te aseguro que aceptar esta verdad es vital para nuestra vida espiritual.

Cuando, como hijos de Dios, nos damos cuenta de que su gracia es suficiente para cada situación, en ese momento, ya no somos víctimas. Somos libres para superar y dejar atrás cualquier cosa que podrían habernos hecho, hacer libres a quienes nos han ofendido y ser instrumentos de la gracia, reconciliación y redención en la vida de otras personas heridas, incluso en la vida de nuestros ofensores.

Sí, podemos ser libres, si decidimos serlo.

Dile a tu corazón esta verdad: No tengo que ser una víctima o un prisionero de las circunstancias o de las personas que me han herido. Por la gracia de Dios, puedo caminar en paz, entereza y gozo, aun en medio de las tribulaciones de este mundo.

*Nancy Leigh DeMoss es una autora y predicadora cristiana estadounidense. A la vez es anfitriona de los programas de radio Revive Our Hearts («Aviva Nuestros Corazones«



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