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Por: Martyn lloyd Jones

‘Vosotros sois la sal de la tierra.’ ¿Qué implica esto? Implica con claridad la corrupción de la tierra; implica una tendencia a la contaminación y a convertirse en fétido y molesto. Esto dice la Biblia acerca del mundo. Es un mundo caído, pecaminoso y malo. Tiende al mal y a las guerras. Es como la carne que tiene tendencia a descomponerse. Es como algo que solo se puede conservar en buen estado con la ayuda de algún preservativo o antiséptico. Como consecuencia del pecado y de la caída, la vida en el mundo en general tiende a descomponerse. Esa, según la Biblia, es la única idea adecuada que se puede tener de la humanidad. Lejos de haber en la vida y en el mundo una tendencia a ascender, es lo opuesto.

El mundo, por sí mismo, tiende a supurar. Hay en él gérmenes de mal, microbios, agentes infecciosos en el cuerpo mismo de la humanidad que, a no ser que se los controle, causan enfermedades. Esto es algo obviamente básico y primordial. Nuestra idea del futuro depende de ello. Si uno tiene presente esto uno entiende muy bien lo que ha venido sucediendo en este siglo. En un sentido, por tanto, ningún cristiano debería sentirse sorprendido en lo más mínimo por lo que ha venido ocurriendo. Si esa posición bíblica es acertada, entonces lo sorprendente es que el mundo sea todavía tan bueno, porque en su vida y naturaleza mismas hay tendencia a la putrefacción.

*David Martyn Lloyd-Jones fue un ministro y médico muy influyente en el ala reformada del movimiento evangélico del siglo XX. También fue una figura clave en el avance del movimiento de predicación expositiva.

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