Por: Paul D. Tripp.
Este artículo forma parte de la serie: «Nuevas Misericordias cada mañana» de Paul D. Tripp
Una buena teología no removerá los misterios de tu vida. El verdadero descanso está en confiar en Aquel que gobierna todas las cosas y conoce todos los misterios de la vida.
Su voz temblaba esa mañana al pedirme que viniera a casa lo más pronto posible. Mi esposa, Luella, es una mujer muy estable en sus emociones y no se perturba fácilmente. Sabía que aquello era grave, pues esta vez sí estaba perturbada. Me encontraba a seis horas de casa, así que emprendí nervioso aquel viaje con mi asistente.
Nicole, nuestra hija, al emprender su rutinario camino a casa después del trabajo, fue embestida contra la pared por un hombre que conducía ebrio y sin permiso de conducir. Nicole tuvo varias heridas devastadoras, incluyendo once huesos pélvicos rotos y derrames internos masivos. Cuando finalmente llegué al hospital y entré al cuarto de cuidados intensivos, hice lo que cualquier padre haría en una situación así: Colapsé. Me acerqué a la camilla de Nicole, sin saber si podía oírme, y le dije: “Soy papá, no estás sola, y Dios está contigo también”.
Cuando entré al cuarto, fue como si todo el mundo se hubiera oscurecido. Mi corazón gritaba: “¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?”. Si fuera mi decisión, jamás escogería que alguno de mis hijos experimentara tal cosa. Y si tuviera que escoger a alguno de mis hijos, no hubiera escogido a Nicole en ese momento en su vida; se le veía tan vulnerable. En un instante, fuimos lanzados dentro de un misterio profundo que ni siquiera nuestra buena teología pudo resolver. Al final, Nicole pudo recuperarse, pero atravesamos cuatro años muy dolorosos.
Me aferré a la idea de que nuestras vidas no estaban fuera de control. Fuimos consolados una y otra vez, sabiendo que Dios no estaba sorprendido o asustado ante el accidente de Nicole. Verás, en Dios no hay misterios. Dios nunca está desprevenido; nunca se pregunta cómo va a lidiar con lo inesperado. Me encantan las palabras de Daniel 2:22: “Él sabe lo que se oculta en las sombras. ¡En Él habita la luz!”.
Dios está contigo en los momentos más oscuros de tu vida y nunca te dejará. Tu oscuridad no es oscura para Él. Tus misterios no son misteriosos para Él. Tus sorpresas no son sorpresivas para Él. Él entiende todas aquellas cosas que te confunden. Además, no solo tus misterios no lo son para Él, sino que Él está en control de ellos.
Recuerda hoy que hay Alguien que ve tu oscuridad como si fuera luz. Al recordar eso, también recuerda que Él define todo lo que es sabio, bueno, verdadero, amoroso y fiel. Él te sostiene a ti y a tus misterios en Sus manos amorosas y, debido a eso, puedes encontrar descanso cuando la oscuridad toca a tu puerta.
Para profundizar y ser alentado: Isaías 40:12-31