ÚNETE A NUESTRO GRUPO DE WhatsApp o Telegram. Y recibe materiales todos los días.
Por: Paul D. Tripp.
Este artículo forma parte de la serie: «Nuevas Misericordias cada mañana» de Paul D. Tripp
Si Dios es tu Padre, el Hijo es tu Salvador y el Espíritu Santo es tu Ayudador, entonces puedes tener esperanza, sin importar lo que estés enfrentando.
¿Quién te crees que eres? Estoy hablado en serio. ¿Quién te crees que eres? Tú y yo siempre nos estamos asignando alguna clase de identidad. Y las cosas que tú y yo hacemos están formadas por la identidad que nos hemos dado a nosotros mismos. Por eso es importante comprender que Dios no solo te ha perdonado (lo cual es maravilloso), sino que también te ha dado una nueva identidad. Si eres hijo de Dios, entonces eres hijo del Rey de reyes y Señor de señores. Eres parte de la familia del Salvador. Eres el templo donde mora el Espíritu de Dios. Sí, es real —has recibido una nueva identidad.
El problema, tristemente, es que muchos de nosotros vivimos en un constante estado de identidad amnésica. Nos olvidamos de quiénes somos y, cuando lo hacemos, nos entregamos a la duda, al temor y la timidez. La identidad amnésica te hace sentir pobre cuando realmente eres rico. Te hace sentir necio cuando en realidad estás dentro de una relación con el Ser más sabio de todos. Te hace sentir incapaz cuando en realidad has sido bendecido con fortaleza. Te hace sentir solitario cuando en realidad, desde que el Espíritu vive dentro de ti, es imposible que estés solo. Te hace sentir que no eres amado cuando en realidad, como hijo del Padre celestial, has recibido un amor eterno. Te hace sentir que no das la talla cuando en realidad el favor del Salvador es lo que mide tu persona. La identidad amnésica desgasta de forma drástica la vida del cristiano.
Si has olvidado quién eres en Cristo, ¿qué es lo que te queda? Te queda un cristianismo sin Cristo, que no es más que un puñado de reglas y sistemas teológicos. Si lo único que necesitaras fueran reglas y conocimiento teológico, Jesús no tendría que haber venido a morir. Todo lo que tenía que haber hecho Dios es haberte dejado la Biblia y después irse. Pero no se fue; invadió tu vida en Su rol de Padre, Salvador y Ayudador. Por gracia te hizo parte de Su familia. Por gracia te hizo un lugar en la gloria. Dios hizo todo esto para que no solo recibieras Su perdón, sino para que tuvieras todo lo que necesitas para la vida y la piedad.
Así que, si eres Su hijo, deshazte del temor que golpea tu puerta, recordando quién es Dios y en quién te has convertido. Y no celebres solo Su gracia; permite que redirija tu manera de vivir de ahora en adelante.
Para profundizar y ser alentado: 1 Juan 3:1-10