Por: Jonathan Edwards
Este artículo forma parte de la serie: «365 días con Jonathan Edwards«
<<Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amo de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:38-39).
La paz y el placer son la porción de los cristianos en este mundo. Su paz y su gozo en Dios comienzan en esta vida, y no son menos excelentes que la gloria que les otorga y el honor que les anticipa. Tienen motivos fundados para la paz por estar a salvo. En Jesucristo, están a salvo de la ira de Dios y del poder de Satanás.
Quienes están en Cristo no se perderán, puesto que nadie los arrebatará de su mano. Quedan liberados de toda esa terrible desdicha, esa indignación y esa ira, esa aflicción y esa angustia, que recaerán sobre todos los impíos. Estaban expuestos por naturaleza a ello, pero ahora han quedado liberados de tales cosas; todos sus pecados han sido perdonados. La escritura ha quedado borrada para siempre. Todos sus pecados han sido borrados; Dios los echa a sus espaldas y ha hundido sus penas en las profundidades del mar, y ya nunca más se recordarán. Están completamente a salvo de la desdicha, puesto que están construidos sobre Cristo, su roca eterna. ¿Quién es el que condena? Es Cristo quien murió, es más, quien resucitó y está a la diestra de Dios. Tienen la promesa fiel de su seguridad por parte de Dios, que está como un testimonio seguro en las alturas. Tienen una participación en ese pacto, que está bien ordenado en todas las cosas y será guardado.
(De «La porción de los justos», p. 889). Citado en «365 días con Jonathan Edwards«, lecturas seleccionadas y editadas por Dustin W. Benge, puedes adquirirlo en este enlace.
*Jonathan Edwards (1703 – 1758). Predicador norteamericano congregacionalista, usado por el Señor en el Gran Despertar ; nacido en East Windsor, Condado de Connecticut, puedes leer más de su biografía en este enlace.