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Por: Emmanuel Abimbola*

En el camino de la maternidad, el bagaje del pasado puede pesar mucho sobre los hombros: la culpa por las deficiencias percibidas, la preocupación por las incertidumbres futuras y la carga de las expectativas incumplidas. Sin embargo, la esencia de la vida cristiana invita a las madres a liberarse de estas cargas, pues el Señor promete llevar nuestras cargas (Salmo 55:22).

Empezar cada día con borrón y cuenta nueva es un acto espiritual de entrega, de dejar atrás los errores del pasado y confiar en la gracia de Dios para allanar el camino hacia un futuro más bendecido. Como madre cristiana, es un recordatorio de que sus misericordias son nuevas cada mañana (Lamentaciones 3:22-23), ofreciendo una oportunidad de redención y restauración.

Comenzar de nuevo no significa ignorar las lecciones aprendidas, sino más bien llevar adelante la sabiduría adquirida. Es reconocer que, por medio de Cristo, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17).

Descubramos 10 tipos de equipaje que las mamás cristianas ya no deberían llevar:

1. Ira, resentimiento y falta de perdón

Es crucial identificar y desprenderse de ciertas cargas que pueden obstaculizar el camino del crecimiento espiritual y la armonía familiar. Entre estas cargas, la ira, el resentimiento y la falta de perdón se alzan como obstáculos formidables, lo que insta a las madres a prestar atención a la sabiduría contenida en Colosenses 3:13 : «Soportaos unos a otros y perdonaos si alguno tiene queja contra otro. Perdonad, como el Señor os perdonó, así también vosotros».

El peso de la ira no resuelta puede ensombrecer un hogar, afectando no solo a quien la alberga, sino también a la dinámica familiar. Reconocer el impacto negativo de la ira es el primer paso hacia la liberación. La ira perturba la paz, dificulta la comunicación efectiva y crea una atmósfera carente del amor y la alegría que Dios desea para las familias cristianas.

2. Duda y miedo

La duda y el miedo son un lastre inmenso que debemos dejar atrás. Como madres, podrían lidiar con temores comunes relacionados con el futuro de sus hijos, sus capacidades o las incertidumbres de la vida. Reconocer estos temores es el primer paso hacia la liberación, y también es crucial reconocer que la promesa de Dios de guiarnos y protegernos se extiende a cada faceta de nuestra vida.

En lugar de dejarse abrumar por el miedo, esfuércese por fortalecer su confianza en la fidelidad de Dios. Tenga en cuenta que confiar en la fidelidad de Dios implica una reflexión continua sobre sus promesas. Romanos 8:28 sirve como ancla: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.». Este recordatorio le empodera para enfrentar lo desconocido con la seguridad del amor inquebrantable de Dios por usted y sus hijos.

3. Comparación

La comparación, un lastre omnipresente e insidioso, requiere una liberación intencional. Gálatas 6:4 dice: Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse solo respecto de sí mismo, y no en otro;».

La peligrosa trampa de compararse constantemente con otras madres está llena de consecuencias perjudiciales. Genera descontento, fomenta la inseguridad y socava las cualidades y fortalezas únicas que cada madre aporta a su familia.

Abrazar la experiencia única de ser madre cristiana implica reconocer que Dios ha diseñado un propósito individual para cada mujer. Las comparaciones disminuyen la comprensión del intrincado plan que Dios ha diseñado para la vida de cada una. El Salmo 139:14 refuerza esta verdad con belleza: «Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.».

4. Culpa

El peso de creer que no se está haciendo lo suficiente o de esforzarse por alcanzar una perfección inalcanzable puede ser un equipaje pesado que obstaculiza el crecimiento espiritual y obstaculiza la alegría prevista para la familia.

Al reconocer las imperfecciones inherentes a la experiencia humana, encuentras consuelo y guía en las tranquilizadoras palabras de 2 Corintios 12:9 : «Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.”. Por lo tanto, gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí».

Esta Escritura nos recuerda que la gracia de Dios no depende de nuestra perfección, sino que se magnifica en nuestras debilidades y vulnerabilidades. Es una invitación a ser más indulgentes con nosotros mismos, aceptando la realidad de que, como seres imperfectos, somos receptores de una gracia perfecta y suficiente.

5. Expectativas poco realistas

Es fundamental reevaluar y liberarse de la carga de expectativas poco realistas. La búsqueda de la perfección, a menudo impulsada por presiones sociales y estándares personales, puede ser una pesada carga, obstaculizando la alegría que se busca en la maternidad. Al reconocer esto, es vital abrazar la verdad liberadora del Salmo 62:5 : «Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza.».

Dios, en su infinita sabiduría y gracia, no exige perfección de las madres. Al contrario, anhela sus corazones: sinceros, imperfectos y dispuestos. Las expectativas poco realistas que las madres puedan tener o que se sientan presionadas a cumplir pueden ser transformadas a través del amor y la aceptación inquebrantables de Dios.

Ajustar tus expectativas se convierte en un acto transformador, que te lleva a una maternidad más plena de alegría. Implica abandonar la idea de la perfección y aceptar la realidad de ser un proyecto en desarrollo. Proverbios 16:9 refuerza esta comprensión: «En su corazón, el hombre traza su camino, pero el Señor dirige sus pasos». Es un reconocimiento de que, si bien la planificación es esencial, Dios tiene el control, y su plan está lleno de gracia para los momentos imperfectos.

6. Autodescuido

Contrariamente a la idea errónea de que priorizarse es egoísta, es esencial para mantener el bienestar general. Marcos 6:31 dice: «Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.”.

En este pasaje bíblico, incluso Jesús, durante su ministerio, reconoció la necesidad del descanso y el autocuidado. Sirve como un poderoso recordatorio de que tomarse un tiempo para recargar energías no solo es permisible, sino fundamental para mantener la salud física, emocional y espiritual.

Como madres, a menudo están inmersas en la responsabilidad de cuidar a sus familias y, al hacerlo, pueden descuidar, sin darse cuenta, su propio bienestar. Sin embargo, reconocer la importancia del autocuidado no es egoísmo, sino un reconocimiento del valor inherente de cada una y la necesidad de reponerlo para seguir aportando a la vida de los demás.

Se le anima a priorizar el autocuidado sin culpa. Es un camino hacia el reconocimiento de que cuidarse no solo es permisible, sino que también se alinea con el deseo de Dios de que sus hijos lleven una vida sana y plena.

7. Diálogo interno negativo

Es crucial abordar y desechar la carga del diálogo interno negativo, la tendencia a albergar pensamientos autocríticos que minan nuestra valía. En la maternidad, es esencial ser amable con una misma y contrarrestar esos pensamientos negativos con la verdad de la Palabra de Dios.

Este versículo sirve como un poderoso antídoto contra la narrativa destructiva del diálogo interno negativo. Fuiste creado de manera admirable y maravillosa por el Creador del universo. Cada aspecto de tu ser está diseñado intrincadamente con propósito e intencionalidad.

Al reemplazar el diálogo interno negativo con afirmaciones de la verdad de Dios, las madres cristianas pueden cultivar una mentalidad basada en la autocompasión, la aceptación y la gratitud.

Los insto a desafiar y transformar intencionalmente los pensamientos negativos con la verdad de la Palabra de Dios. Esto no es solo un acto de amor propio, sino un reflejo del amor divino que los creó de una manera asombrosa y maravillosa.

8. Ocupación por encima de presencia

En medio de las exigencias de su agenda diaria, es fundamental recordar la profunda importancia de estar presente en la vida de sus hijos y su cónyuge. El Señor dice en el Salmo 46:10 : « Estad quietos, y sabed que yo soy Dios».

Como madres cristianas, se les recuerda que deben tomarse su tiempo y saborear los hermosos momentos que se desarrollan en el santuario de sus hogares. El ajetreo puede, sin darse cuenta, llevar a momentos de descuido involuntario. Al asumir diversas responsabilidades, es fácil pasar por alto la voz de Dios y los sutiles matices de la vida cotidiana que forjan los lazos familiares.

Al estar presente, se crea un ambiente donde se siente el amor de Dios, las relaciones florecen y el hogar se convierte en un santuario de paz y alegría. Abrazar la quietud permite a las madres cristianas no solo conectar con lo divino, sino también disfrutar y apreciar los hermosos momentos de la vida familiar.

9. La duda en el plan de Dios

Madres, aborden y liberen la carga de la duda en el plan de Dios para sus vidas. La duda puede ensombrecer el intrincado y decidido camino que Dios les ha trazado. Proverbios 3:5-6 ofrece una luz guía para navegar este aspecto de la fe: «Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia; sométete a él en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas».

La duda suele surgir ante la incertidumbre o cuando la vida da giros inesperados. Es fundamental recordar que la perspectiva de Dios supera nuestro limitado entendimiento, y que su plan se desarrolla según su tiempo perfecto. Confiar en el Señor implica abandonar las dudas y apoyarse en su sabiduría, reconociendo que sus caminos son más altos que los nuestros ( Isaías 55:9 ).

Al navegar por lo desconocido y la incertidumbre, apóyate en la comprensión de un Dios amoroso y soberano. Abraza el camino con fe, sabiendo que incluso en medio de los desafíos, su plan se está desarrollando.

10. Descuidar la oración y las Escrituras

Como madre cristiana, es crucial abordar y desechar las cargas de la falta de oración y de meditación en la Palabra de Dios. Estos no son simples hábitos, sino componentes vitales de una vida espiritual vibrante y floreciente, que contribuyen a tu crecimiento personal y al bienestar de tu familia.

La oración es la clave del cristiano. Es el canal a través del cual te comunicas con Dios, le abres tu corazón y buscas su guía. Descuidar la oración puede llevar a una sensación de vacío espiritual y a una desconexión de la fuente divina de fortaleza y sabiduría ( Filipenses 4:6-7 ).

Meditar en la Palabra de Dios es como nutrir el alma con sustento espiritual. Proporciona guía, aliento y una profunda comprensión del carácter de Dios. El Salmo 1:2-3 ilustra hermosamente los beneficios de meditar en la Palabra de Dios: «Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.«.

Comprométete conscientemente a priorizar la oración y la meditación. Reserva tiempo para la comunión con Dios mediante la oración, abriendo tu corazón, expresando gratitud y buscando su voluntad. Medita regularmente sobre las Escrituras, permitiendo que el poder transformador de la Palabra de Dios moldee tus pensamientos, acciones y perspectivas.

Tomado de aquí

*Emmanuel Abimbola es un escritor freelance creativo, bloguero y diseñador web. Es un cristiano devoto con una fe inquebrantable, originario del estado de Ondo, Nigeria, África Occidental. Amante de los niños, Emmanuel dirige una pequeña escuela primaria en Arigidi, Nigeria.

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