Por: Jonathan Edwards
Este artículo forma parte de la serie: «365 días con Jonathan Edwards«
«Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu» (1 Pedro 3:18).
La justicia de Dios exige el castigo del pecado. Dios es el Juez supremo del mundo, y juzga al mundo conforme a las reglas de la justicia. No le corresponde al juez tomar partido por la persona juzgada, sino que debe obrar de acuerdo con la norma de la justicia, sin desviarse a izquierda o derecha. Dios no muestra misericordia como un juez, sino como un soberano.
Cuando la misericordia, pues, buscó la salvación de los pecadores, la incógnita era cómo compatibilizar la misericordia de Dios como soberano y su estricta justicia como juez. Y esto se llevó a cabo por medio de los sufrimientos de Cristo, en los que el pecado se castiga por completo y la justicia queda satis-fecha. Cristo sufrió lo suficiente por el castigo de los pecados del mayor pecador que jamás haya vivido. De este modo, al juzgar, Dios puede obrar conforme a la norma de una justicia estricta y, sin embargo, absolver al pecador, si éste se encuentra en Cristo.
La justicia no puede exigir más por los pecados de una persona que los sufrimientos de una de las personas de la Trinidad que padeció Cristo. Dios puede salvar a cualquier pecador, sin menoscabo del honor de su verdad. Dios dictaminó que el pecado se pagara con la muerte, lo cual no solo debe entenderse como la primera muerte, sino también la segunda. Dios puede salvar al mayor de los pecadores en coherencia con la verdad de esa amenaza. Porque el pecado se castiga en los sufrimientos de Cristo, en tanto en cuanto es nuestro fiador.
(De «La soberanía de Dios en la salvación de los hombres», p. 851). Citado en «365 días con Jonathan Edwards«, lecturas seleccionadas y editadas por Dustin W. Benge, puedes adquirirlo en este enlace.
*Jonathan Edwards (1703 – 1758). Predicador norteamericano congregacionalista, usado por el Señor en el Gran Despertar ; nacido en East Windsor, Condado de Connecticut, puedes leer más de su biografía en este enlace.