No olvides compartir ...

ÚNETE A NUESTRO GRUPO DE WhatsApp o Telegram. Y recibe materiales todos los días.

Por: Thomas Watson.

Este artículo forma parte de la serie: Todo obra para bien.

El pecado pone al hijo de Dios en conflicto consigo mismo. El yo espiritual entra en conflicto con el yo carnal. <<ΕΙ deseo de la carne es contra el Espíritu>> (Gálatas 5:17). Nuestra vida es una vida de camino y una vida de guerra. Cada día se libra un duelo entre las dos semillas. Un creyente no permitirá que el pecado tenga posesión pacífica. Si no puede mantener al pecado fuera, lo mantendrá abajo; aunque no pueda vencer del todo, está venciendo. <<Al que venciere» (Ap. 2:7).

El pecado pone al hijo de Dios en auto-observación. Sabe que el pecado es un traidor del corazón, por eso se observa cuidadosamente a sí mismo. Un corazón sutil y engañoso, necesita un ojo vigilante. El corazón es como un castillo que está continuamente en peligro de ser asaltado; esto hace que un hijo de Dios sea siempre un centinela, y mantenga una guardia sobre su corazón. Un creyente tiene un ojo estricto sobre sí mismo, no sea que caiga en algún pecado escandaloso y, así, abra una compuerta para que se escape todo su consuelo.

Visita nuestra tienda y accede a nuestros recursos HACIENDO CLIC AQUÍ

*Thomas Brooks (1608-1680): Predicador congregacional; autor de Preciosos remedios contra las artimañas de Satanás (Precious Remedies against Satan’s Devices). Lee más datos biográficos EN ESTE ENLACE.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *