ÚNETE A NUESTRO GRUPO DE WhatsApp o Telegram. Y recibe materiales todos los días.
Por: R.C. Sproul
Este artículo forma parte de la serie: ¿Cómo orar?
Súplica
En súplica llevamos nuestras propias necesidades y las necesidades de los demás ante Dios. Debemos hacer tales súplicas de acuerdo a Su ley. Dios no se agrada ni se honra cuando pedimos cosas que Él ha prohibido por Su ley. Esta es un área que está llena de peligros. Los cristianos profesantes a menudo le piden a Dios que bendiga o sancione su pecado. Incluso son capaces de decirles a sus amigos que han orado por cierto asunto y que Dios les ha dado paz a pesar de que lo que oraron era contrario a Su voluntad. Tales oraciones son actos de blasfemia, apenas velados, y agregamos insultos a Dios cuando nos atrevemos a anunciar que Su Espíritu ha sancionado nuestro pecado al darnos paz en nuestras almas. Tal paz es una paz carnal y no tiene nada que ver con la paz que sobrepasa todo entendimiento, la paz que el Espíritu se complace en dar a los que aman a Dios y aman su ley.
Cuando presentamos nuestras súplicas a favor de los demás, estamos participando en el sacerdocio de todos los creyentes y estamos haciendo lo que Lutero describió como «ser Cristo para nuestro prójimo». La oración de intercesión imita la obra de Cristo mismo, quien siempre intercede por su pueblo.
Así como la redención es una obra trinitaria, así, en la economía de la redención, la oración es una obra trinitaria. El Padre nos manda a orar. Él escucha nuestras oraciones. Él responde nuestras oraciones. Pero cuando le oramos a Él no estamos solos en nuestro esfuerzo. El Padre ha designado al Hijo para que sea nuestro Intercesor. Cristo realza la eficacia de nuestras oraciones llevándolas al Padre por su propia intercesión. Por eso oramos por Cristo y en Su nombre.
Asimismo, en la economía de la redención, el Espíritu Santo nos es enviado tanto por el Padre como por el Hijo para ayudarnos en la oración. Él nos ayuda a preparar nuestras almas para orar con una actitud adecuada y para orar según la voluntad del Padre. Cuanto más buscamos la asistencia del Espíritu, más respuestas a la oración vemos simplemente porque estamos orando dentro de la voluntad del Padre. El Espíritu mismo es invisible a nuestros ojos, pero Su obra ilumina nuestra mente a las cosas secretas de Dios.
Fragmentos extraídos de “La mano invisible”, del pastor R.C. Sproul.
*R.C. Sproul (1939-2017) fue un teólogo reformado, pastor y fundador de Ligonier Ministries, conocido por su enseñanza sobre la santidad de Dios y la teología reformada. Escribió más de 100 libros y tuvo un gran impacto en la educación cristiana.