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Por: Thomas Brooks

Este artículo forma parte de la serie: Enmudecido bajo la disciplina de Dios.

Respuesta 8: Si vives una vida de fe en tus aflicciones, entonces tus aflicciones son en amor.

Ahora bien, ¿qué es vivir por la fe en la aflicción, sino vivir en el ejercicio de la fe en esas preciosas promesas que son hechas para una condición afligida? Dios ha prometido estar con Su pueblo en sus aflicciones (cf. Is. 43:2-3); ha prometido sostenerlos bajo su aflicción (cf. Is. 41:10); ha prometido librar a Su pueblo de sus aflicciones (cf. Sal. 50:15); ha prometido limpiar los pecados de Su pueblo por medio de la aflicción (cf. Is. 1:25); ha prometido hacer a Su pueblo más partícipe de Su santidad por medio de la aflicción (cf. He. 12:10); ha prometido hacer de la aflicción una entrada para un disfrute más pleno y dulce de Él mismo (cf. Os. 2:14); ha prometido que nunca dejará ni abandonará a Su pueblo en sus aflicciones (cf. He. 13:5-6); ha prometido que todas sus aflicciones obrarán para su bien (cf. Zc. 13:9; Ro. 8:28).

Ahora bien, si tu fe se alimenta de estas promesas, si estas son el maná celestial para tu fe, y tu alma vive de ellas, y les extrae la fuerza y la dulzura, bajo todas las pruebas y problemas que están sobre ti, entonces tus aflicciones son en amor. Una abeja puede extraer la miel de una flor, lo que una mosca no puede. Si tu fe puede extraer consuelo y dulzura en tus angustias de los pechos de las preciosas promesas, y recoger un contrario de otro – miel de la peña (cf. Dt. 32:13), entonces tus aflicciones son en amor.

Las promesas son pechos llenos, y Dios se deleita en que la fe las extraiga; son «el alimento de la fe, y el alma misma de la fe»;  son una primavera eterna que nunca puede secarse; son un tesoro inagotable que nunca puede ser agotado; son el jardín del paraíso, y están llenas de las mejores flores que nunca se desvanecerán, sino que siempre estarán frescas, dulces, verdes y florecientes. Y si son de esta manera a tu alma en el día de la aflicción, tus aflicciones son en amor. De acuerdo con Plutarco, Sertorio» pagó lo que prometió con meras palabras, pero Dios no lo hace así. Los hombres muchas veces comen sus palabras, pero Dios nunca comerá las suyas. Todas Sus promesas son en Cristo «sí, y en él amén» (2 Co. 1:20). ¿Lo ha dicho y no se cumplirá? Si en todas tus angustias tu corazón es llevado a actuar con fe en las promesas, tus angustias provienen del amor.

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*Thomas Brooks (1608-1680): Predicador congregacional; autor de Preciosos remedios contra las artimañas de Satanás (Precious Remedies against Satan’s Devices). Lee más datos biográficos EN ESTE ENLACE.


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