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Por: John MacArthur

Este artículo forma parte de la serie: «Devocional Acércate a Dios«

«Llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo» (Filipenses 1:11).

Llevar fruto espiritual es la prueba de fuego del verdadero creyente.

Después de enfrentar situaciones amenazadoras, la gente a menudo dice: «Vi toda mi vida pasar ante mis ojos como un rayo». Esa es la imagen que vemos en Filipenses 1:11.

La frase «frutos de justicia» se refiere a lo que se produce en ti cuando actúas con amor, buscas la excelencia y mantienes tu integridad. Ello incluye cada actitud y acción congruentes con el estándar de Dios en cuanto a lo que es correcto.

La palabra «llenos» tiene que ver con algo que sucedió en el pasado y que tiene resultados continuos. Al ocurrir tu salvación se plantó la semilla de justicia en tu interior. Ello lleva fruto a lo largo de tu existencia. En el día de Cristo ese fruto confirmará tu salvación.

Llevar fruto espiritual ha sido siempre la prueba de fuego de la verdadera salvación. Jesús dijo: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos» (Juan 8:31). Cuando Juan el Bautista amonestó a sus seguidores a hacer «frutos dignos de arrepentimiento» (Lucas 3:8), estaba hablando de buenas obras (vv. 10-14). Pablo dijo que «somos hechura suya [de Dios], creados en Cristo para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas» (Efesios 2:10). Juan, por su parte, indicó que todos los que profesan a Cristo deben vivir como Él vivió (cf. 1 Juan 2:6).

Llevar fruto espiritual no es algo que puedas lograr por tus propios esfuerzos. Eso viene «por medio de Jesucristo» (Filipenses 1:11). Jesús mismo dijo:

«Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer» (Juan 15:4-5).

Fuiste redimido para glorificar a Dios a través de tus buenas obras. Haz de ello tu prioridad hoy mismo.


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