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Por: J.C. Ryle
El hacer de la Biblia tu guía
Por otra parte, que tu determinación sea el hacer de la Biblia tu guía y consejera mientras vivas. La Biblia es la provisión misericordiosa de Dios para el alma pecaminosa del hombre, el mapa que debe usar para determinar el curso de su vida si su objetivo es la vida eterna. Todo lo que necesitamos saber para tener paz y ser santos o felices, ella lo contiene en abundancia. Si el joven quiere saber cómo empezar bien en su vida, que escuche lo que dice David: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” (Sal. 119:9).
Joven, te exhorto a que cultives el hábito de la lectura de la Biblia y que no lo abandones. No permitas que la risa de tus compañeros, ni las malas costumbres de la familia en la que vives, ni que ninguna de estas cosas sean un impedimento para que cumplas con él. Haz la decisión de que, no sólo tendrás una Biblia, sino que también sacarás el tiempo para leerla… Éste es el libro del cual el Rey David obtuvo sabiduría y entendimiento. Es el libro que el joven Timoteo conoció desde su niñez. Nunca te avergüences de leerlo. No desprecies la Palabra (Pr. 13:13).
Léela con oración, pidiendo la gracia del Espíritu para que puedas entenderla… Léela con reverencia, como Palabra de Dios, no de hombre, con una convicción implícita de que aquello que ésta aprueba es bueno y lo que condena es malo.
Puedes estar muy seguro que toda doctrina que no pasa la prueba de las Escrituras es falsa. Esto te guardará de ser llevado por doquiera por las opiniones peligrosas de estos últimos días. Puedes estar muy seguro de que toda práctica en tu vida que sea contraria a las Escrituras es pecaminosa y debe ser abandonada. Esto resolverá muchos asuntos de conciencia y cortará el nudo de muchas dudas. Recuerda la forma tan diferente en que dos reyes de Judá leyeron la Palabra de Dios: Joacim la leyó e inmediatamente cortó el rollo en pedazos y lo quemó en el fuego (Jer. 36:23). ¿Por qué? Porque su corazón se rebeló en contra de la Palabra y él estaba determinado a no obedecerla. Josías la leyó e inmediatamente rasgó sus vestidos y clamó con voz potente al Señor (2 Cr. 34:19). ¿Por qué? Porque su corazón era tierno y obediente. Él estaba dispuesto a cumplir con todo lo que la Escritura le enseñaba que era su deber. ¡Oh, espero que imites al último de estos dos y no al primero!
Además, léela con regularidad. Es la única forma de llegar a ser “poderoso en las Escrituras” (Hch. 18:24). Darle un vistazo rápido a la Biblia de vez en cuando no hace mucho bien. A ese ritmo nunca te familiarizarás con sus tesoros, ni sentirás que la espada del Espíritu se ajusta a tu mano en la hora del conflicto. Sin embargo, llena tu mente de las Escrituras por medio de la lectura diligente y pronto descubrirás su valor y su poder; los textos hablarán a tu corazón en el momento de la tentación; los mandatos vendrán a tus pensamientos en la hora de la duda; las promesas acudirán a tu mente en tiempos de desaliento. De esta manera, probarás la verdad de las palabras de David: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal. 119:11); y de las palabras de Salomón: “Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán; hablarán contigo cuando despiertes” (Pr. 6:22).
Insisto en estas cosas más porque vivimos en una época de lectura. Parece que nunca se terminará la producción de libros en grandes cantidades, aunque pocos son verdaderamente provechosos. Parece que el imprimir y editar de forma barata es muy popular. Abundan los periódicos de toda clase; el tono de algunos de los que tienen mayor tirada habla mal del gusto de la época. En medio del diluvio de lectura peligrosa, abogo por el libro de mi Maestro; te exhorto a no olvidar el libro del alma. No permitas que la lectura de periódicos, novelas y romances te haga dejar a un lado a los apóstoles y profetas. No permitas que tu atención sea cautivada por aquello que es emocionante y licencioso, mientras que, al mismo tiempo, nada de lo que edifica y santifica encuentra lugar en tus pensamientos.
Joven, dale a la Biblia el honor que merece todos los días de tu vida. En todas tus lecturas, lee la Biblia primero. Además, cuídate de los libros malos. Hay muchos en estos días. Ten cuidado con lo que lees. Sospecho que de esta forma se le hace un daño a las almas que es más grave de lo que piensa la mayoría de las personas. Valora los libros según estos sean conforme a las Escrituras. Los mejores son aquellos que más se asemejan a ella y los peores, los que más lejos se encuentran de ella y más se oponen a ésta.
John Charles Ryle fue un obispo evangélico anglicano inglés. Fue el primer obispo anglicano de Liverpool y uno de los líderes evangélicos más importantes de su tiempo.