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Por: Thomas Brooks
Lean y obren, lean y practiquen lo que leen, o de lo contrario toda su lectura no les hará ningún bien. El que tiene un buen libro en la mano, pero no una lección de él en su corazón o en su vida, es como ese asno que lleva cargas y se alimenta de cardos. Profesión sin práctica hará de un hombre dos veces hijo de oscuridad. «Hablar bien —dijo Isidoro Pelusiota— es sonar como un címbalo, pero hacer bien es actuar como un ángel». El que practica lo que lee y entiende, Dios lo ayudará a entender lo que no entiende. No debe temerse saber demasiado, aunque si debe temerse practicar muy poco. El hombre más activo será el hombre más sabio. El hombre más poderoso en la práctica, al final será el hombre más poderoso en las Escrituras. La teoría es la guía de la práctica, y la práctica es la vida de la teoría.
Lean y apliquen. La lectura no es más que tensar el arco, la aplicación es darle al blanco. Las verdades más preciosas no los beneficiarán hasta que las apliquen. Sería tan bueno no leer, como no aplicar lo que leen. Ningún hombre mejora su salud leyendo los libros de Galeno o conociendo los aforismos de Hipócrates, sino con la aplicación práctica de estos. Toda la lectura en el mundo nunca contribuirá a la salud de sus almas a menos que apliquen lo que leen. La verdadera razón por la que muchos leen tanto y se benefician tan poco, es porque no aplican ni traen lo que leen a sus propias almas.
*Thomas Brooks (1608-1680): Predicador congregacional; autor de Preciosos remedios contra las artimañas de Satanás (Precious Remedies against Satan’s Devices). Lee más datos biográficos EN ESTE ENLACE. Foto de Rod Long en Unsplash