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Por: Andrew Murray

Este artículo forma parte de la serie: «120 meditaciones de Andrew Murray«

«Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.» Marcos 16:14

Como yo los he amado. Esta frase nos da la medida del amor con que debemos amarnos unos a otros. El verdadero amor no conoce medidas; se da a sí mismo enteramente.

Nosotros, que queremos ser como Cristo, debemos aceptar lo anterior sin vacilaciones como la norma de nuestra vida. Sabemos cuan difícil es a veces amar a personas que son ofensivas o desagradables. Por lo tanto, antes de encontrar a quienes ponen a prueba nuestra capacidad de amar, tenemos que orar y procurar comprender el amor con el cual el Señor nos ha amado. Presentémonos a nosotros mismos en el altar del Señor y digámosle: «Amaré a otras personas como tú me has amado a mí.»

Que los cristianos cierren sus oídos a todos los razonamientos de su propio corazón y fijen su mirada solamente en la ley que con su ejemplo estableció aquel que los amó. Entonces se darán cuenta que no les queda otra opción que aceptar sus mandamientos y obedecerlos. El amor de Cristo no es mera sugestión o sentimiento; es la ley que sólo se puede cumplir con el poder de Dios.

Reflexión: Considere el profundo amor que Dios tiene por usted, amor que llevó al Señor Jesús a morir en la cruz por nuestros pecados. Pídale a Dios que lo llene con su poderoso amor y lo capacite para amar a otras personas -incluyendo a las que son desagradables y ofensivas- tal como él lo manda.


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