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Por: Thomas Brooks
Este artículo forma parte de la serie: Enmudecido bajo la disciplina de Dios.
Si por las aflicciones externas tu alma se somete más a las enseñanzas internas de Dios, sin duda tus aflicciones son en amor (cf. Job 34:31-32).
<<<Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges, y en tu ley lo instruyes» (Sal. 94:12).
Todas las correcciones en el mundo, sin la enseñanza divina, nunca bendecirán a un hombre. El hombre que encuentra corrección seguida con instrucción y azotes con lecciones, es un hombre bienaventurado. Si Dios, mediante la aflicción que está sobre ti, te enseña cómo aborrecer más el pecado, cómo hollar más el mundo y cómo caminar más con Dios, entonces tus aflicciones son en amor. Si Dios te enseña mediante las aflicciones cómo morir más al pecado, cómo morir más a tus relaciones y cómo morir más a ti mismo, entonces tus aflicciones son en amor.
Si Dios te enseña mediante las aflicciones cómo vivir más para Cristo, cómo empujarte más a Cristo y cómo anhelar más a Cristo, entonces tus aflicciones son en amor. Si Dios te enseña mediante las aflicciones a tener la seguridad de una vida mejor y a estar tranquilo en una disposición y preparación llena de gracia para el día de tu muerte, tus aflicciones son en amor. Si Dios te enseña mediante las aflicciones cómo preocuparte más por el cielo, cómo vivir más en el cielo y cómo adecuarte más para el cielo, entonces tus aflicciones son en amor.
Si Dios mediante las aflicciones le enseña a tu corazón orgulloso cómo humillarse más, a tu corazón duro cómo volverse más tierno, a tu corazón censurador cómo volverse más cordial, a tu corazón carnal cómo volverse más espiritual, a tu corazón rebelde cómo volverse más manso, etc., entonces tus aflicciones son en amor. Cuando Dios le enseña cualquiera de estas lecciones a la sede de tus afectos como a tu cerebro, a tu corazón como a tu cabeza, entonces tus aflicciones son en amor. Pambos, un tonto analfabeto, como lo llama el historiador [Sócrates], estaba aprendiendo esta única lección: «Dije que prestaría atención a mis caminos para no pecar con mi lengua, diecinueve años después y, sin embargo, no la había aprendido». ¡Ah, es de temer que haya muchos que han estado en la escuela de la aflicción más de diecinueve años y, sin embargo, no han aprendido ninguna lección beneficiosa en todo ese tiempo!
Ciertamente sus aflicciones no son en amor, sino en ira. Donde Dios ama, Él aflige en amor. Y dondequiera que Dios aflige en amor, allí, tarde o temprano, le enseñará a Su pueblo las lecciones que les serán útiles para toda la eternidad.
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*Thomas Brooks (1608-1680): Predicador congregacional; autor de Preciosos remedios contra las artimañas de Satanás (Precious Remedies against Satan’s Devices). Lee más datos biográficos EN ESTE ENLACE.