ÚNETE A NUESTRO GRUPO DE WhatsApp o Telegram. Y recibe materiales todos los días.
Por: Thomas Watson.
Este artículo forma parte de la serie: Todo obra para bien.
Los pecados ajenos benefician a los piadosos, pues los hacen orar más contra el pecado. Si no hubiera tal espíritu de maldad en el mundo, quizás no habría tal espíritu de oración. Los pecados que claman causan oraciones que claman. El pueblo de Dios ora contra la iniquidad de los tiempos para que Dios ponga un freno al pecado, para que ponga al pecado en vergüenza. Si no pueden orar por el pecado, oran contra él; y esto, Dios lo toma con benevolencia. Estas oraciones serán registradas y recompensadas. Aunque no prevalezcamos en la oración, no perderemos nuestras oraciones. <<Mi oración volvió a mi seno» (Salmo 35:13).
Los pecados de los demás obran para bien, pues nos hacen más enamorados de la gracia. Los pecados ajenos son un florete para resaltar más el brillo de la gracia. Una cosa contraria hace resaltar otra: la deformidad hace resaltar la belleza. Los pecados de los impíos los desfiguran mucho. La soberbia es un pecado que desfigura; ahora bien, contemplar la soberbia ajena nos enamora más de la humildad. La malicia es un pecado que desfigura, es la imagen del diablo; cuanto más de esto vemos en los demás, más amamos la mansedumbre y la caridad. La embriaguez es un pecado que desfigura, convierte a los hombres en bestias y les priva del uso de la razón; cuanto más intemperantes vemos a los demás, más debemos amar la sobriedad. La cara negra del pecado, resalta tanto más la belleza de la santidad.
Visita nuestra tienda y accede a nuestros recursos HACIENDO CLIC AQUÍ
*Thomas Brooks (1608-1680): Predicador congregacional; autor de Preciosos remedios contra las artimañas de Satanás (Precious Remedies against Satan’s Devices). Lee más datos biográficos EN ESTE ENLACE.
