Por: A. W. Pink
Este artículo forma parte de la serie «La seguridad eterna»
En ningún otro punto la depravación del hombre y la enemistad de sus mentes contra Dios se muestran más evidentemente que en el trato que le dan a Su Santa Palabra. Por muchos es abiertamente descuidada, por otros es manipulada y torcida para enseñar las herejías más horribles. Despreciar tal revelación, abandonar dicho tesoro tan inapreciable, es un insulto del cual el Altísimo ciertamente se vengará. Corromper las Sagradas Escrituras, atribuyéndoles forzadamente un significado opuesto al verdadero, manipulándolas engañosamente escogiendo y excluyendo entre su contenido, es un crimen de espantosa magnitud. Sin embargo, de esto, en mayor o menor medida, es de lo que son culpables todas las sectas de la cristiandad.
Los unitarios, los universalistas, aquellos que enseñan la inconsciencia del alma entre la muerte y la resurrección y la aniquilación de los malvados, señalan ciertos fragmentos de la Escritura, pero ignoran o justifican cualquier cosa que les sea contraria. Un porcentaje muy alto de los errores propagados desde el púlpito no es más ni menos que la Verdad misma, pero la Verdad distorsionada y pervertida.
Tomado del libro «Seguridad Eterna» de A.W. Pink.
*A.W. Pink. Fue un teólogo, evangelista, predicador, misionero, escritor y erudito bíblico inglés, conocido por su firme postura calvinista y su gusto por las enseñanzas de las doctrinas puritanas