Por: Jonathan Edwards
Este artículo forma parte de la serie: «365 días con Jonathan Edwards«
Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas» (Lucas 9:57).
¿Cómo se demuestra la religión? Puedes mirar atrás y recordar el momento en que alcanzaste lo que consideras un gran descubrimiento, una gran conciencia, un momento de grandes sentimientos. Sin embargo, ese no fue el gran momento de la prueba.
Leemos de algunos que oyen la Palabra y la reciben con gozo, pero que flaquean en el posterior momento de la prueba. Leemos de algunos que creyeron en Cristo, pero a los que Cristo no les dio su confianza (cf. Jn 2:24). La razón para esto es que sabía que carecían de un corazón para cumplir realmente la voluntad de Dios. De modo que pregúntate si, después de todos tus sentimientos y tus buenas intenciones, no serás como el hombre del que habla Cristo en Mateo 21:30, que dijo: «Sí, señor, voy», y no fue.
La gran característica de la gracia fraudulenta es que es ineficaz; no lleva a cabo nada, de manera que se muestra carente del poder de la piedad. Es como un retrato o una imagen de una persona. La falsa religión puede tener un efecto de estas dos maneras: primero, hacer que las personas se propongan cumplir la voluntad de Dios; y, segundo, hacerles lamentar su incumplimiento. Sin embargo, no tiene el efecto de llevar a las personas a hacer lo que se proponen.
La gracia fraudulenta no es eficaz porque no es sólida. Las experiencias de los hipócritas no son sólidas. Existe una solidez en las experiencias y los sentimientos de los santos verdaderos, en virtud de la cual se vuelven eficaces y capaces de superar sus pruebas. Tienen una solidez y un peso mediante los cuales gobiernan sobre el hombre y tienen un poder sobre él. Llegan al fondo del corazón y dominan su mismísima naturaleza; influyen en todas sus facultades, de tal forma que tiene la determinación de cumplir con su deber. Hay algo en las experiencias y los sentimientos de los santos verdaderos que se refleja en una naturaleza práctica.
(Un corazón para hacer la voluntad de Dios, págs. 122-123). Citado en «365 días con Jonathan Edwards«, lecturas seleccionadas y editadas por Dustin W. Benge, puedes adquirirlo en este enlace.
*Jonathan Edwards (1703 – 1758). Predicador norteamericano congregacionalista, usado por el Señor en el Gran Despertar ; nacido en East Windsor, Condado de Connecticut, puedes leer más de su biografía en este enlace.