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Por: Thomas Brooks

Este artículo forma parte de la serie: Enmudecido bajo la disciplina de Dios.

Respuesta 3: Si en tu aflicción disfrutas de la presencia especial de Dios con tu espíritu, entonces tu aflicción es en amor (cf. Sal. 23:4- 6).

<<Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti» (Is. 43:2). ¿Tienes la presencia especial de Dios con tu espíritu, y fortaleciéndolo, calmándolo, satisfaciéndolo, animándolo, consolándolo? «En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, (es decir, de mis pensamientos turbulentos, intrincados, enredados, entrecruzados y perplejos; como las ramas de un árbol por algún viento fuerte son trenzadas una entre otra, como la palabra hebrea propiamente significa) tus consolaciones alegraban mi alma» (Sal. 94:19).

Aquí se halla la presencia de Dios con tu alma, aquí hay consuelos y deleites que llegan al alma, aquí se encuentra un cordial para fortalecer el espíritu. Cuando todas las cosas se cruzaron con Andrónico, el antiguo emperador de Constantinopla, tomó un salterio en su mano, y abriéndolo, se topó con el Salmo 68:14: «Cuando esparció el Omnipotente los reyes allí, fue como si hubiese nevado en el monte Salmón», cuyas palabras fueron un poderoso consuelo y refrigerio para su espíritu.

Ahora deben recordar que Salmón significa sombreado y oscuro, así era este monte por causa de los muchos árboles altos y bien extendidos que estaban cerca de él, pero se volvía luminoso por la nieve que lo cubría. Así que ser blanco como la nieve en el Salmón, es tener gozo en la aflicción, luz en las tinieblas, misericordia en la miseria, etc. Y así Dios fue para el salmista en medio de sus más grandes aflicciones, como la nieve en el monte Salmón.

Cuando Pablo le desea a su querido hijo Timoteo la mejor misericordia de todo el mundo, la más grande misericordia de todo el mundo, la más completa misericordia de todo el mundo, una misericordia que lleva la virtud, el valor y la dulzura de todas las misericordias en ella, él desea la presencia de Dios con su espíritu: «El Señor Jesucristo esté con tu espíritu» (2 Ti. 4:22), en honor, en beneficio y deleite, en seguridad y protección, y en consuelo y gozo. Es la mayor bendición y felicidad en este mundo tener la presencia de Dios con nuestros espíritus, especialmente en tiempos de pruebas: «Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día» (2 Co. 4:16).

Por «el hombre exterior» deben entender no solamente nuestros cuerpos, sino también nuestras personas, estados y condiciones externas en este mundo; y por «el hombre interior» deben entender nuestras almas, nuestras personas consideradas según nuestro estado espiritual. Ahora bien, cuando el hombre interior gana nueva fuerza por cada nueva aflicción cuando los problemas, las presiones, las angustias y las tribulaciones aumentan, la fuerza interior del cristiano aumenta también, entonces sus aflicciones son en amor Cuando la presencia de Dios está con nuestro hombre interior, animándolo, consolándolo, alentándolo, fortaleciéndolo y renovándolo, podemos concluir con seguridad que todas estas pruebas, aunque son siempre tan fuertes y severas, son en amor. He leído de una compañía de pobres cristianos que fueron desterrados a algunas partes remotas, y alguien al verlos pasar dijo que era una condición muy triste en la que se encontraban esos pobres, ser así exiliados de la sociedad de los hombres y ser hechos compañeros de las bestias del campo. «Pero dijo otro sería una condición realmente triste si fueran llevados a un lugar donde no encontraran a su Dios, pero que se animen, Dios va con ellos, y exhibirá los consuelos de Su presencia dondequiera que vayan».

La presencia de Dios con los espíritus de Su pueblo es el pecho de consuelo que nunca puede secarse, es una fuente eterna que nunca fallará (cf. He. 13:5-6).

Hebreos 13:5-6 «Sea el carácter de ustedes sin avaricia, contentos con lo que tienen, porque Él mismo ha dicho: Nunca te dejaré ni te desampararé, de manera que decimos confiadamente: El Señor es el que me ayuda; no temeré. ¿Qué podrá hacerme el hombre?>>>

¡Bien! Cristiano, tú que estás bajo muchos grandes problemas y muchas pruebas dolorosas, dime ¿le da Dios a tu alma tales cordiales, tales apoyos, tales consuelos y tales refrigerios, que el mundo no conoce? ¡Oh, entonces, ciertamente tu aflicción es en amor!

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*Thomas Brooks (1608-1680): Predicador congregacional; autor de Preciosos remedios contra las artimañas de Satanás (Precious Remedies against Satan’s Devices). Lee más datos biográficos EN ESTE ENLACE.


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