ÚNETE A NUESTRO GRUPO DE WhatsApp o Telegram . Y recibe materiales todos los días.
Por: Miguel Núñez
Este artículo forma parte de la serie «95 tesis para la iglesia de hoy» del Pastor Miguel Núñez
Basada en Gálatas 1:6-7
La distorsión del evangelio no es algo nuevo porque el trabajo del enemigo en contra de la iglesia de Cristo no se ha detenido desde el primer día. En Galacia, se estaba predicando otro evangelio (ver Gálatas 1). En Corinto, algunos estaban comerciando con la Palabra de Dios (2 Corintios 2:17). En Colosas, algunos enseñaban filosofías de hombres (Colosenses 2:8). En Filipos, algunos eran enemigos de la cruz (Filipenses 3:8). De manera que la predicación del evangelio siempre ha tenido que batallar en contra de las falsas enseñanzas e influencias.
Sin embargo, no hay otro evangelio, como dijo Pablo a los gálatas. Ellos, habiendo comenzado por la gracia de Dios, se volvieron a las obras de la ley, y Pablo quedó atónito. Cuando la iglesia pierde el evangelio, pierde todo su poder. El evangelio es el poder para la salvación de todo aquel que cree.
Un evangelio diluido no es el evangelio; un evangelio centrado en el hombre no es el evangelio; un evangelio que se reduce a invitar a Cristo al corazón no es el evangelio. La iglesia solo es una verdadera iglesia cuando predica el evangelio. El evangelio es el mensaje de salvación que proclama que Cristo cumplió la ley, que luego murió en tu lugar para pagar por tu pecado y resucitó al tercer día venciendo el pecado y la muerte. Y hoy, ese Cristo reina a la diestra del Padre. Ay del predicador que no predica el evangelio.
Visita nuestra tienda y accede a nuestros recursos HACIENDO CLIC AQUÍ