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Por: A. W. Tozer
Este artículo forma parte de la serie «Mi búsqueda diaria«
Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré. HEBREOS 13:5
Tenemos todo tipo de recursos sicológicos y terapéuticos para consolar a las personas y hacer que no se sientan mal. No es algo malo tratar de consolar a quien está pasando por momentos severos, pero a veces llegamos demasiado lejos.
No quiero que me consuelen desde el punto de vista humano. No quiero que nadie minimice la iniquidad de mi corazón. Quiero quebrantarme ante Dios, quebranto del que vendrán la fuerza de Dios y su presencia. Lo que anhelo cada día es la presencia de Dios.
Mi familia y mis amigos no pueden ayudarme en esa hora temible en que he de aparecer ante Dios. Cuando el Ser a quien nadie creó esté ante mi espíritu desnudo, nada de lo humano podrá ayudarme.
Hay un solo camino, a través del sacrificio ofrecido y del Abogado que tenemos ante Dios. Pero no lo tomes a la ligera. La conversión solía ser algo revolucionario, drástico, maravilloso, terrible y glorioso. De eso ya no queda mucho. Hemos olvidado que Dios es el Santísimo.
La presencia de Dios en mi vida hoy me está preparando para ese día temible que está por venir. La presencia de Dios que hoy invade mi espíritu es la que me prepara para ese día.
Cantemos con fervor, dejemos el pesar,
Marchemos libres de temor, marchemos Libres de temor,
Al más feliz hogar, Al más feliz hogar.
A Sion caminamos,
Nuestra ciudad tan gloriosa;
Marchando todos cantamos
De Dios y la bella mansión.
ISAAC WATTS (1674-1748)
Me regocijo, oh Dios, en esa misteriosa presencia que hoy me prepara para entrar en tu presencia en los cielos. Día tras día mi corazón anhela ese glorioso momento. ¡Aleluya por el Cordero de Dios! Amén.