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Por: J.C. Ryle
Adviértase la amplitud de la invitación. Dice “si alguno”. No importa quién o qué haya sido; no importa lo mala e inicua que haya sido su anterior vida; hay una mano tendida y se le hace un ofrecimiento: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. Que nadie diga que el Evangelio es limitado en cuanto a lo que ofrece.
Adviértanse las personas a las que se invita. Son aquellos que tienen “sed”. Se trata de una expresión figurada que denota la angustia y preocupación espiritual que siente toda persona que descubre el valor de su alma y la gravedad de su pecado, así como su propia culpa. Esa persona se siente consumida por un deseo de hallar alivio, situación perfectamente ejemplificada en la angustiosa sensación de la “sed”, muy familiar en todos los países orientales. No se menciona ningún otro matiz. No se habla de arrepentimiento, de rectificaciones, de algún tipo de preparación, de requisitos a cumplir, de la necesidad de un nuevo corazón. ¿Tiene “sed”? ¿Siente sus pecados y desea ser perdonado? Entonces nuestro Señor le extiende su invitación.
Debiéramos advertir la sencillez del camino a seguir por el pecador sediento. Es simplemente: “Venga a mí”. Solo tiene que entregar su alma a Cristo, confiarse a Él, descansar en Él, creer en Él, poner su alma con toda su carga en sus manos, y con eso basta. Confiar en Cristo es “venir” a Cristo. De esa forma, Cristo cubrirá todas sus necesidades. Si cree así, es perdonado, justificado y contado de inmediato entre los hijos de Dios (cf. Juan 6:35, 37).
Por supuesto, la expresión “beba” es figurada y corresponde a la palabra “sed”. Significa: “Se sirva libremente de todo lo que su alma necesita; misericordia, gracia, perdón, paz y fortaleza. Soy la Fuente de vida. Me complacerá que me utilice como tal”.
No leemos de ningún profeta o apóstol de la Biblia que utilizara un lenguaje semejante a este y dijera: “Venga a mí y beba”. Ciertamente, no podía utilizarlo nadie salvo Aquel que sabía que era Dios mismo.
*John Charles Ryle fue un obispo evangélico anglicano inglés. Fue el primer obispo anglicano de Liverpool y uno de los líderes evangélicos más importantes de su tiempo.
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