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Por: Miguel Núñez
Este artículo forma parte de la serie «95 tesis para la iglesia de hoy» del Pastor Miguel Núñez
Dios no mide el éxito por la fama del nombre del pastor ni de la iglesia. La manera como Dios mide el éxito es fidelidad a Su Palabra y a Su llamado
Basada en Josué 1:8-9
Múltiples líderes y pastores han fracasado al tener éxito. Es como una gran paradoja. Triunfaste y, al mismo tiempo, el triunfo fue tu derrota.
Para nosotros, el éxito es ser conocido; para Dios, el éxito es ser fiel. Para nosotros, el éxito representa grandes ofrendas; para Dios, el éxito representa grandes sacrificios.
El hombre prefiere la teología de la gloria que evita el dolor y el sufrimiento, que busca la superación personal que prefiere la gloria antes que la cruz. Como decía Lutero, el teólogo de la gloria no conoce al Dios escondido detrás del sufrimiento. Lutero prefirió ser un teólogo de la cruz, alguien que prefiere estar con sus fuerzas agotadas para entonces clamar a Dios y encontrar su fortaleza en Él.
De ese Dios, nuestra generación no quiere saber. Recuerda, en el reino de los cielos el éxito no es ser conocido, sino dar a conocer Su reino; no es ser famoso, sino fiel. Dios lo definió de esta forma para Josué: “Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito. ¿No te lo he ordenado Yo? ¡Sé fuerte y valiente!
No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (Josué 1:8-9). Obediencia es la definición de éxito en el reino de los cielos; si no lo crees, regresa a Getsemaní y sigue hacia la cruz; esos dos eventos definen el verdadero éxito para el cristiano.
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