Por: F.B. Meyer*.
Este artículo forma parte de la serie: «120 meditaciones de F.B. Meyer«
«Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros.» Efesios 1:15-16
Cuando hay fe en el Señor Jesús, siempre habrá amor hacia todos los santos, porque la fe es la capacidad de tener a Dios en el corazón. La fe es la capacidad de recibir a Dios. La fe se apropia de la naturaleza de Dios, así como el pulmón extendido se apropia del aire de la montaña o como el niño se apropia del regalo del padre. La fe, como un canal angosto, transporta la llenura del océano de Dios hacia las lagunas de las necesidades humanas.
Por tanto, dondequiera que la fe conecta al creyente con el Señor Jesús, Su naturaleza comienza a fluir en el corazón que espera anhelante, y luego fluye hacia todos los santos. El amor de Dios no conoce ninguna secta favorita. No selecciona ninguna escuela especial. Como el sol y el viento de la naturaleza, respira y brilla del mismo modo en todo. Es cosmopolita y universal. No puede encerrarlo en las paredes de cualquier comunidad cristiana. Se ríe de sus restricciones y con igual gracia levanta testigos y líderes en todas partes de la iglesia. De esta manera, a medida que llegamos a ser más semejantes a Dios, nuestro amor supera todas las barreras para recibir a todos los santos y se desembolsa en el gran mundo de los hombres.
Reflexión: ¿Qué le enseña Dios acerca de la fe y el amor? ¿De qué manera está el amor de Dios en usted alcanzando a otras personas?
*Frederick Brotherton Meyer, un contemporáneo y amigo de D. L. Moody y A. C. Dixon, fue un pastor bautista y evangelista en Inglaterra involucrado en el ministerio y el trabajo misionero en el centro de la ciudad en ambos lados del Atlántico.