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Por: William Mason 

Marcos 2:17 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. 

¿Se angustia tu mente por sentir tus pecados, malos deseos y corrupciones? ¿Se cargan tu memoria y tu conciencia por estas cosas? Vístete de Cristo una vez más. Viste tu mente, memoria y conciencia de nuevo con sus preciosas y grandísimas promesas, que tan libremente fluyen de sus labios de gracia. Escucha su amoroso llamado: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados”. Regocíjate en su preciosa promesa: “yo os haré descansar”, Mateo 11:28.  

¡Dulce Salvador! ¿Cómo ir a ti con toda la carga de nuestros pecados, malos deseos y corrupciones? ¡Oh, Señor! ¡Cuán altos son tus pensamientos por encima de nuestros pensamientos! Cuando estamos amargamente cargados con el peso de nuestros pecados, malos deseos y corrupciones, nuestra disposición es a huir de ti, a pensar que no querrás tener nada que ver con nosotros. Pensamos que nos echarás de tu presencia si tenemos la osadía de acercarnos.  

Si nos acercamos, tú echarás fuera los pecados y nos darás descanso. Oh, Señor Jesús, ¡qué gran traición es cuestionarte! Señor, aumenta nuestra fe, perdona nuestra incredulidad. Ayúdanos a creer en ti y aferrarnos a ti, porque tu bendita palabra siempre guarda el bien. Como dice Mateo 9:29: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 


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