Un comentario en «¿Qué juez de Israel hizo un voto imprudente que resultó en el sacrificio de su hija?»
Fue Jefté; pero es una horrible interpretación asumir que, como consecuencia del voto realizado, el juez sacrificara a su hija como pago a Jehová. La sola idea es aberrante y poco menos que blasfema. Los sacrificios humanos son una práctica pagana, más propia de deidades satánicas como Baal o Moloc; es más, Dios declara su abierto rechazo y condenación a tales prácticas. Dios nunca aceptó sacrificios humanos (véase el ejemplo de Abraham con Isaac), hasta que venido el tiempo señalado llegó a ocupar nuestro lugar en el altar de la Cruz el Verdadero Hombre: Su Unigénito Hijo, Cristo Jesús, Nuestro señor y Salvador, quien nos redime con Su Sangre Preciosa, Justa y Santa. El es el Sacrificio Perfecto y Único que Dios demanda; pero que también provee desde antes de la fundación del mundo, como un Cordero sin mancha y sin contaminación; el cual recibió como olor grato: «la Ofrenda del todo quemada», que David profetiza en el Salmo 51. Lo que Jefté entregó a Jehová, como pago de su irreflexivo y precipitado voto, fue la virginidad permanente de su hija; por la cual ella se fue a llorar con sus amigas por los montes de Israel durante dos meses.
Fue Jefté; pero es una horrible interpretación asumir que, como consecuencia del voto realizado, el juez sacrificara a su hija como pago a Jehová. La sola idea es aberrante y poco menos que blasfema. Los sacrificios humanos son una práctica pagana, más propia de deidades satánicas como Baal o Moloc; es más, Dios declara su abierto rechazo y condenación a tales prácticas.
Dios nunca aceptó sacrificios humanos (véase el ejemplo de Abraham con Isaac), hasta que venido el tiempo señalado llegó a ocupar nuestro lugar en el altar de la Cruz el Verdadero Hombre: Su Unigénito Hijo, Cristo Jesús, Nuestro señor y Salvador, quien nos redime con Su Sangre Preciosa, Justa y Santa. El es el Sacrificio Perfecto y Único que Dios demanda; pero que también provee desde antes de la fundación del mundo, como un Cordero sin mancha y sin contaminación; el cual recibió como olor grato: «la Ofrenda del todo quemada», que David profetiza en el Salmo 51.
Lo que Jefté entregó a Jehová, como pago de su irreflexivo y precipitado voto, fue la virginidad permanente de su hija; por la cual ella se fue a llorar con sus amigas por los montes de Israel durante dos meses.