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Por: Norman Geisler

Este artículo forma parte de la serie: Respuestas a las sectas

ROMANOS 2.6-7: ¿Enseña este pasaje que las buenas obras son una condición de salvación, como afirman los eruditos católicos?

TERGIVERSACIÓN: El Concilio de Trento de la Iglesia Católica declaró que para ―aquellos que obraren bien ‗hasta el fin‘ [Mt 10.22], y que confiaren en Dios, se ha de proponer la vida eterna, tanto como una gracia misericordiosamente prometida a los hijos de Dios por medio de Jesucristo, “y como una recompensa‘ que… se ha de dar fielmente a sus buenas obras y su mérito- (Denziger, 1957, no. 809, p. 257). Añade que ―si alguien dijere que las buenas obras del hombre justificado son de tal manera un don de Dios que no son también los buenos méritos de aquel que es justificado, o que el que es justificado por las buenas obras… no merece verdaderamente un aumento de gracia, vida eterna, y la consecución de vida eterna (si muriere en gracia), y también un aumento de gloria, que sea anatema- (ibid., no. 842, p. 261). Es más, ―San Pablo, quien tanto énfasis pone en la gracia, también recalcó por otra parte la naturaleza meritoria de las buenas obras realizadas con gracia, al enseñarnos que la recompensa es en proporción a las obras: “Él [Dios] pagará a cada uno conforme a sus obras‘ (Ro 2,6)- (ibid., p. 265).

CORRECCIÓN DE LA TERGIVERSACIÓN: Ni este ni ningún otro pasaje de las Escrituras enseña que las obras sean una condición necesaria para recibir salvación. Pablo deja muy claro que la salvación es por gracia aparte de cualquier obra, tanto en Romanos (cf. 3.28; 4.5) como en otras partes (cf. Ef 2.8-9; Tit 3.5).

Cuando Pablo habla aquí (y en otras partes) de las obras en relación con la salvación, las obras siempre son el resultado de la salvación, y no una condición de ella. Somos salvos por gracia por medio de la fe (Ef 2.8-9) pero ―para buenas obras- (Ef 2.10). Se nos dice que debemos ―ocuparnos- en nuestra salvación (Flp 2.12) porque ―Dios es el que en- nosotros ―produce así el querer como el hacer‖ (Flp 2.13). Asimismo en Tito se nos dice que ―nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia- (Tit 3.5).

Entonces dice en seguida que ―los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras- (v. 8). En cada caso en la Biblia somos salvos por gracia pero para obras. No trabajamos para ganarnos la gracia, sino como resultado de la gracia (cf. 2 Co 5.14; Tit 2.11 – 12).

Pablo dice en el siguiente capítulo de Romanos: ―Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la Ley‖ (Ro 3.28). Y en el capítulo siguiente añade: ―…pero al que no trabaja, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia‖ (Ro 4.5). A menos que uno suponga que el apóstol se contradice, las buenas ―obras‖ en Romanos 2.6 – 7 deben ser consideradas el resultado o la manifestación de la salvación, no la condición de recibirla.

Un examen detenido del contexto en Romanos 2.6-7 revela que las buenas ―obras- mencionadas son un resultado de la fe. Pablo habla de la necesidad de arrepentimiento (v. 4) y de obedecer la verdad (v. 8) para obtenerla. Y, como Santiago, hace hincapié en la necesidad de buenas obras como una prueba de que uno tiene una fe salvadora. ―[P]ues no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino que los que obedecen la Ley serán justificados- (v. 13).

Como en otras partes en las que se mencionan hechos humanos en la Biblia (cf. Ap 20.11 – 15), el contexto en Romanos 2 está relacionado con el juicio de Dios (véase el v. 3) .Y cuando el juicio es el tema, siempre se pone el énfasis sobre las obras como una manifestación de la fe de uno (o la falta de la misma), no simplemente sobre la fe de la cual las obras son el resultado. Así que es comprensible que en este contexto Pablo haga hincapié en las obras que son una manifestación de la fe mediante la cual uno recibe vida eterna (2.6-7).

La ―vida eterna- en Romanos y en otras partes del Nuevo Testa- mentó es un resultado sólo de la fe (aunque es la clase de fe que produce buenas obras). Apenas unos cuantos capítulos después Pablo escribió: ―[P]orque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro- (Ro 6.23). Si la vida eterna es una dádiva, no es algo por lo cual uno trabaje (Ro 4.5). Asimismo en Juan leemos: ―El que cree en el Hijo tiene vida eterna- (Jn 3.36), y: ―El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida- (Jn 5.24). A partir de estos versículos está claro que la vida eterna es una posesión actual de los creyentes sólo a base de su fe.

El Dr. Norman Geisler es autor o coautor de unos cincuenta libros y centenares de artículos. Él ha enseñado en la universidad y a nivel de graduados por cuarenta y tres años. Ha dado conferencias y presentado debates en cincuenta estados y en veinticinco países de seis continentes. 


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