Por: Andrew Murray
Este artículo forma parte de la serie: «120 meditaciones de Andrew Murray«
«De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.» Juan 13:35
Así como Cristo demostró el amor de Dios, los creyentes deben demostrar el amor de Cristo. Deben demostrar a los hombres que Cristo los ama y los llena con un amor que no es terrenal. Al vivir y amar tal como él lo hizo, deben ser testigos perpetuos de ese amor que llevó a Jesús a morir por nosotros. Cristo amó de tal modo que aun los judíos en Betania tuvieron que exclamar: «¡Miren cómo lo amaba!» (Juan 11:36). Los cristianos debemos vivir de tal forma que la gente se sienta obligada a decir: «Miren cómo se aman entre ellos.»
En medio de toda la diversidad de carácter, de credo, de idioma o de estación, los cristianos deben demostrar que el amor los ha hecho miembros de un cuerpo. Que el amor les ha enseñado a olvidar y a sacrificar el yo en beneficio de los demás. Su vida de amor es la máxima evidencia del cristianismo, la prueba ante el mundo de que Dios envió a Cristo.
Que nuestra vida sea de sacrificio personal, siempre procurando el bienestar de los demás y haciendo que nuestra mayor alegría sea ser bendición para otros. Y mientras aprendemos el arte divino de hacer el bien, seamos aprendices obedientes y sumisos a la guía del Espíritu Santo.
Reflexión: ¿Por qué debe destacarse el amor de Cristo en nuestra cultura de hoy? ¿De qué maneras puede demostrar esta clase de amor a la gente que lo rodea, en su comunidad, su trabajo y su familia?