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Por: A. W. Tozer

Este artículo forma parte de la serie «Encuentros con el Dios Todopoderoso»

Si desde allí buscas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás. DEUTERONOMIO 4:29

La mayoría de nosotros, cuando oramos, traemos nuestra lista de compras y decimos: «Señor, nos gustaría esto, esto y esto».

Actuamos como si estuviéramos corriendo a la tienda de la esquina para conseguir algo […]

Ahora bien, Dios nos da lo que queremos, Él es un buen Dios. La bondad de Dios es uno de sus atributos. Sin embargo, espero que no imaginemos que Dios solo exista para responder a las oraciones de la gente. Un hombre de negocios quiere conseguir un contrato, así que se dirige a Dios y le dice: «Dios, dame». Una estudiante quiere sacar una buena nota, así que se dirige a Dios y le dice: «Dame». Un joven quiere que la chica le diga que sí, de modo que se arrodilla y dice: «Padre, dámela». Usamos a Dios como una especie de fuente para obtener lo que queremos.

Nuestro Padre celestial es muy, pero muy bondadoso, y nos dice que debemos pedir. Todo lo que pidamos en el nombre de su Hijo, Él nos lo dará, si está dentro de los límites de su voluntad. Y su voluntad es tan amplia como el mundo entero. Aun así, debemos pensar en Dios como el Santo, no solo como Aquel de quien podemos obtener cosas. Dios no es un Papá Noel glorificado que nos da todo lo que queremos, y luego se desvanece y nos deja seguir nuestro propio camino. Él da, pero al darnos se da a sí mismo también. Y el mejor regalo que Dios nos da es Él mismo. Él responde las oraciones, pero después que tuvimos la respuesta o ya no la necesitamos, todavía tenemos a Dios.

Padre, perdona las maneras en que he buscado tus regalos y no a ti mismo. Ayúdame a entender que tú eres todo lo que necesito. Amén.


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