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Por: Jonathan Edwards

Este artículo forma parte de la serie: «365 días con Jonathan Edwards«

«Dios soy, y no hombre» (Oseas 11:9).

Somos afortunados de que Dios no se comporte con nosotros como lo hacemos con los demás. Si Dios no albergase más amor y bondad en su corazón que nosotros; si su bondad no sobrepasara esos estrechos límites, y su espíritu se moviera en los confines del nuestro; nuestra situación sería de lo más desdichada.

Triste destino tendríamos si el amor de Dios estuviese limitado a unos pocos objetos como el nuestro. El amor y la bondad del ser humano suelen ser muy limitados, tanto en su objeto como en su ejercicio y su expresión. Están limitados a unos pocos objetos: solo hay un puñado de congéneres en los que ejerciten su amor y su benevolencia, o en los que estén dispuestos a demostrar su generosidad. Somos afortunados de que Dios no sea así y que su amor y su bondad tengan un alcance infinito; que su bondad sea como la luz del sol que brilla sobre todo el universo que lo rodea.

La generosidad de Dios se extiende a cada miembro de la raza humana. No hay nadie que no participe de sus ríos de bondad y no viva de ella. Él sustenta a toda la raza humana. Él da vida y aliento a todos, los protege en su vida y les proporciona alimento y vestido. Él hace que el sol brille sobre ellos y que la lluvia caiga sobre sus cabezas. Él hace que la tierra dé fruto año tras año para ellos.

Todos los ángeles del Cielo viven de su bondad. Su bondad se extiende hasta las bestias irracionales. Él las mantiene. Él oye a «los hijos de los cuervos que claman» (Sal 147:9). «Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo» (Sal 104:27). Sí, la bondad de Dios se extiende al universo entero. Todos ellos participan de su generosidad o lo han hecho: «Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras» (Sal 145:9).

(De «Es bueno para nosotros que Dios no sea como nosotros», pp. 16-17). Citado en «365 días con Jonathan Edwards«, lecturas seleccionadas y editadas por Dustin W. Benge, puedes adquirirlo en este enlace. 

*Jonathan Edwards (1703 – 1758). Predicador norteamericano congregacionalista, usado por el Señor en el Gran Despertar ; nacido en East Windsor, Condado de Connecticut, puedes leer más de su biografía en este enlace.


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