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Por: A. W. Tozer

Este artículo forma parte de la serie «Mi búsqueda diaria«

Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol; Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura. Cantad a Jehová, vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad. Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría. SALMOS 30:3-5

Acudimos ante la presencia de Dios con el concepto de moralidad que aprendimos en los libros, en los periódicos y en la escuela. Nos presentamos, sucios; y todo lo que tenemos es sucio. Nuestro blanco más níveo es sucio, nuestra iglesia es sucia y nuestros pensamientos son sucios. Llegamos ante Dios sucios y nada hacemos al respecto.

Si acudimos a Dios sucios, pero estremeciéndonos, sobrecogidos, humillados, arrodillándonos en su presencia y a sus pies clamamos como Isaías: «¡Ay de mí… hombre inmundo de labios!», entonces estaremos acudiendo como debemos y en reverencia ante Dios. Pero tal como son las cosas en estos días, vamos alegremente ante la temible presencia de Dios y aparece alguno, sucio, con el libro más reciente y exitoso, Siete pasos para la salvación, y en siete versos nos dice cómo salir de nuestros problemas.

Cada año va más gente a la iglesia y da más dinero, pero hay menos espiritualidad, menos santidad; y olvidamos que sin santidad nadie verá a Dios.

Quiero que Dios sea lo que es y que siga siendo lo que es, el impecable santo, el inalcanzable santo, el Santísimo. Quiero que sea y siga siendo siempre Santo, con mayúsculas. Quiero que su cielo sea santo, que su trono sea santo. No quiero que Dios cambie ni modifique sus requisitos. Porque incluso si quedo fuera, quiero que en el universo quede algo que sea santo.

He hallado el gozo que lengua alguna podrá contar,

¡Son olas y olas de gloria!

Como un enorme manantial, que desborda,

Y que con sus aguas llena mi alma.

BARNEY E. WARREN (1867-1951)

Oh, santo Dios, tu santidad me impide entrar en tu presencia. Tu gracia me invita a entrar, por el bendito nombre del Señor Jesucristo. ¡Amén y amén!


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