No olvides compartir ...

ÚNETE A NUESTRO GRUPO DE WhatsApp o Telegram. Y recibe materiales todos los días.

Por: Paul D. Tripp.

Este artículo forma parte de la serie: «Nuevas Misericordias cada mañana» de Paul D. Tripp

Levántate y enfrenta la vida con valentía, ya que Dios no te ha dejado solo en tu propia fuerza y sabiduría.

Gálatas 2:20 capta muy bien quién eres como hijo de Dios y qué has recibido:

1. Una declaración de un hecho histórico de la redención. “He sido crucificado con Cristo”. Lo que Pablo está diciendo aquí es inmensamente importante. En la cruz del calvario, Jesús no compró una posibilidad de salvación general. No murió para hacer la salvación posible. No, Jesús clavó nombres en la cruz. Murió en específico por ti y por mí.

Su muerte fue tan efectiva por nosotros como si nosotros mismos hubiéramos estado ahí. Debido a que Jesús murió en representación nuestra, Su muerte satisfizo la ira de Dios en nuestra contra, de modo que ya no la enfrentamos.

2. Una declaración de una realidad presente de la redención.

“Ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí”. Esto es radical y difícil de entender, pero es importante que lo consideremos. Tú y yo morimos con Cristo para que Él pudiera vivir en nosotros ahora. Pablo no está hablando sobre la vida física, sino la espiritual. El poder que anima, motiva y propulsa tu vida espiritual no es tuyo sino de Cristo. A través de la gracia, Jesús vive en ti. Esto significa que nunca estás en una situación, lugar o relación por ti solo.

Siempre está contigo. Y, debido a eso, nunca tienes a tu disposición solo tu propia sabiduría, fuerza y justicia (ver Efesios 3:20-21).

3. El resultado que transforma tu vida. “Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí”. Pongo mi fe en el hecho de Su muerte por mí y Su vida en mí, y vivo con ese fundamento. Vivo con paz, esperanza y valentía, pero no porque entienda todo lo que sucede dentro y fuera de mí. Es debido a que no solo he sido perdonado, sino que he sido bendecido con innumerables recursos, ya que el Rey de reyes y Señores de señores vive dentro de mí. No entiendo muchas cosas, pero esto sé con certeza: Él está conmigo, en mí y por mí. No puedo permitirme pensar que soy pobre cuando Su presencia me hace rico. No puedo decirme a mí mismo que no puedo cuando Él me da Su poder. Este es el punto: está bien si no sé muchas cosas, porque Él sí lo sabe todo y Su presencia me acompaña siempre.

Para profundizar y ser alentado: Habacuc 3:17-19


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *