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Por: A. W. Tozer

Este artículo forma parte de la serie «Mi búsqueda diaria«

Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él? HABACUC 1:13

Esta frase: «Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio», siempre me ha fascinado.

La pregunta que tengo que hacerme es, simplemente: «¿Me atrevo a considerar menos a la iniquidad que lo que piensa Dios al respecto? Suelo poner excusas, minimizando lo horrible de la iniquidad, pero debo llegar al punto en el que vea la maldad como la ve Dios y la trate como la trata Dios.

No digo que tengo que ver la maldad de los demás, sino la iniquidad que está al acecho, en los corredores de mi alma. Una cosa es señalar la iniquidad en la vida de otros y decirles lo que piensa Dios al respecto. Pero señalar la iniquidad que hay en mi vida y entender que Dios no puede ver esa maldad, es otra historia.

Me cuestiono en cuanto al que puede escuchar un sermón que presente la iniquidad de la humanidad y que se vaya a casa sin que le afecte en nada. ¿Tiene, esa persona, conocimiento del Santísimo?

Cuando el penitente llora

Por alguna falta o mancha oscura,

Solo una corriente, la corriente de la sangre,

Puede limpiar esa mancha.

CECIL FRANCES ALEXANDER (1818-1895)

Oh, Padre celestial, ayúdame a ver mi pecado desde tu punto de vista. No permitas que subestime lo horrible de mi pecado. Que jamás me acostumbre al mal camino, sino que siempre busque andar en tu gracia. Amén.


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