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Por: J.R. Miller

Mateo 19:5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 

Una de las mejores formas en que podemos bendecir al mundo es haciendo que nuestro propio hogar sea dulce y feliz. Si podemos restaurar nuestro pequeño espacio sobre la tierra a una felicidad como la del Edén, ya hemos hecho algo para recuperar el paraíso perdido. 

Todo comienza en el matrimonio. Para algo tan sagrado, la decisión ha de ser concienzuda y sabia. La lealtad en la relación matrimonial es el hogar esencial para la felicidad. “Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Estas palabras de Cristo se pasan por alto con demasiada frecuencia y facilidad. No es voluntad de Dios que nadie que se haya unido en matrimonio se separe. Se supone que debe ser hasta la muerte

Jesús amaba a los niños pequeños, y ellos lo amaban a Él. Cuando los díscípulos pensaron que era mostrarle amor el mantener a los niños alejados, Él los reprendió indignado: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis” Si los niños son tan queridos para Cristo, el hogar en el que hay niños es especialmente querido para Él. 

* J.R. Miller fue un autor cristiano popular, superintendente editorial de la Junta Presbiteriana de Publicaciones y pastor de varias iglesias en Pensilvania e Illinois.


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