Este artículo forma parte de la serie: «Oraciones Puritanas«
¡Oh señor!
Perdona todos mis pecados del día, de la semana, del año, todos los pecados de mi vida, los pecados de mi juventud, de la madurez y de la vejez, De omisiones y comisiones, del mal humor impertinencia e ira, de vida y de vivir, de dureza de corazón, de incredulidad, de presunción, de soberbia, de deslealtad a las almas de los hombres, de la falta de decisiones valientes en la causa de Cristo, de celo sincero para su gloria, de deshonrar Tu gran nombre, de decepción, de injusticia, de deslealtad en mis relaciones, de impureza de pensamientos palabras y actos, de avaricia que es idolatría, de recursos acumulados indebidamente, desperdiciados frívolamente, no consagrados a Tu gloria, Tú que eres el gran dador; Pecados en secreto y en el seno de la familia, En el estudio y el ocio, en medio del bullicio de los hombres, en la meditación de Tu Palabra y en la negligencia de ella, En la oración sin reverencia y frívolamente retenida, En el tiempo desperdiciado, en ceder a las artimañas de Satanás, en abrir mi corazón a sus tentaciones, En ser descuidado cuando sé que él está cerca, En apagar el Espíritu Santo; pecados contra la luz y el conocimiento, Contra la conciencia y de las restricciones de Tu Espíritu, Contra la ley del amor eterno.
Perdona todos mis pecados, conocidos e ignorados, sensibles e insensibles, Confesados e inconfesos, recordados u olvidados. ¡Oh Buen Señor, escucha; y al escuchar, perdona!