Por: Jonathan Edwards
Este artículo forma parte de la serie: «365 días con Jonathan Edwards«
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados» (1 Juan 4:10).
Cristo nos amó sin la expectativa de ser correspondido por nosotros en su amor. No necesitaba nada que pudiésemos hacer por él y era plenamente consciente de que jamás podríamos corresponderle en su bondad o que pudiésemos hacer algo por ella. Sabía que éramos parias pobres y desdichados, sin nada que aportar, que podíamos recibir de él, pero que éramos incapaces de ofrecer nada a cambio. Sabía que no teníamos dinero o precio con el que comprar nada y que debía darnos gratuitamente todas las cosas que necesitábamos, o de lo contrario nos quedaríamos sin ellas para toda la eternidad. ¿Y no estaremos lejos de ser egoístas, más bien lo contrario, si nos amamos unos a otros de esta forma o si mostramos el mismo espíritu de amor hacia los demás que Cristo hacia nosotros?
Si este es nuestro espíritu, nuestro amor a los demás no dependerá de su amor hacia nosotros, sino que haremos lo mismo que Cristo nos hizo a nosotros: amarlos, aun cuando sean enemigos nuestros. No buscaremos únicamente nuestro beneficio, sino que nuestros corazones estarán tan unidos a los demás que consideraremos lo que les sucede como si fuera asunto nuestro. Nos esforzaremos en ocuparnos de su bien, tal como Cristo lo hizo por el nuestro; y en muchos casos estaremos dispuestos a renunciar a nuestras cosas en favor de las de los demás, tal como Cristo hizo con nosotros. Y estaremos dispuestos a hacer estas cosas por los demás sin la menor expectativa de que nos compensen por ello, tal como Cristo hizo grandes cosas por nosotros sin esperar nada a cambio. Si tal es nuestro espíritu, no nos impulsará un espíritu egoísta, sino uno generoso en principio, corazón y vida.
(De El espíritu de caridad, opuesto al espíritu egoísta», pp. 179-180). Citado en «365 días con Jonathan Edwards«, lecturas seleccionadas y editadas por Dustin W. Benge, puedes adquirirlo en este enlace.
*Jonathan Edwards (1703 – 1758). Predicador norteamericano congregacionalista, usado por el Señor en el Gran Despertar ; nacido en East Windsor, Condado de Connecticut, puedes leer más de su biografía en este enlace.