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Por: A. W. Tozer
Este artículo forma parte de la serie «Encuentros con el Dios Todopoderoso»
Lo secreto le pertenece al SEÑOR nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley. DEUTERONOMIO 29:29
Nota que cuando Dios hizo sus obras más imponentes y majestuosas, siempre las hizo en la oscuridad […] Cuando Dios encarnó a su Hijo, trayéndolo al mundo como un hombre, no lo envió del cielo, brillando como un meteoro para asustar al mundo. Lo formó en la dulce oscuridad del vientre de la virgen, invisible al ojo mortal […] Fue como si Dios dijera: «En mi infinita sabiduría, estoy encarnando a mi Verbo eterno en forma de Hombre, y nadie verá mi misterio». ¡Y nunca lo vieron!
Y cuando lo clavaron en la cruz, colgando allí retorciéndose de dolor en la muerte por ti y por mí, hubo tinieblas sobre la tierra, semejante a una nube sobre Él, como si Dios dijera: «No puedes verlo; ni siquiera dejaré que lo veas morir. Estoy haciendo mis maravillas de la expiación en la oscuridad». Y cuando se hizo la expiación y dijo: «Consumado es» (Juan 19:30), Dios levantó la noche, y lo bajaron y lo pusieron en la tumba. Y cuando vinieron a verlo levantarse, ya había resucitado. Llegaron mucho antes de que amaneciera, cuando aún estaba oscuro, pero Él no estaba allí; ¡había resucitado! Cada gran cosa que Dios ha hecho, la ha hecho en el silencio y la oscuridad porque su sabiduría es tal que ningún hombre podría entenderla de ninguna manera.
Padre, tus caminos y tu entendimiento están muy por encima de los míos. Te doy gracias por lo que me revelas en tu Palabra y por medio de tu Hijo, Jesucristo. Confío en que eres bueno, y por fe me someto a ti cuando no entiendo. Amén.