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Por: Jared Longshore

Tres consejos de Salomón que guardarán nuestras vidas de la inmoralidad y nos llevarán a un disfrute sexual piadoso.

El pecado sexual mata. Por eso necesitamos la sabiduría de Salomón.

El capítulo 5 de Proverbios ofrece una advertencia crucial sobre los peligros del pecado sexual y la importancia de prestar atención a la sabiduría de Dios. Este pasaje, escrito desde la perspectiva de un padre sabio que instruye a su hijo, subraya la necesidad de seguir los caminos de la prudencia para evitar las trampas destructivas del adulterio. 

En una época donde las distracciones abundan y la moralidad se diluye, Proverbios 5 nos llama a ser diferentes, a apartarnos del caos de la cultura moderna y abrazar una vida guiada por la verdad divina. Podemos resumir el mensaje de este capítulo en tres mensajes principales.

1. Presta atención a la sabiduría 

En este pasaje, se nos insta a prestar atención a la sabiduría del padre: “Hijo mío, presta atención a mi sabiduría, inclina tu oído a mi prudencia” (v 1). En una época como la nuestra, tan marcada por la distracción, es fácil caer en la trampa de ir de una cosa a otra sin detenernos a reflexionar sobre el camino que seguimos. El enemigo no quiere que nos cuestionemos por qué estamos aquí ni que miremos hacia lo eterno.

Seguir la sabiduría, en este sentido, te coloca fuera de sintonía con una cultura moderna que ha perdido el rumbo. La sabiduría, que demanda disciplina y humildad, es esquiva para una sociedad que no sabe cómo alcanzarla. Por lo tanto, si decides seguirla, debes estar dispuesto a ser un extraño, a vivir de manera distinta a quienes te rodean. Pero vale la pena, pues, como nos recuerda el versículo 2, la sabiduría te preservará, y serás un guardián de la verdad en medio de un mundo sumido en mentiras.

Ahora, la sabiduría está atada a la prudencia, es decir, a tener cuidado con el mal que puede dañarnos. El padre nos advierte en el versículo 3 sobre los peligros del pecado sexual, representado en la figura de la mujer adúltera, cuyas palabras “destilan miel” y su lengua es “más suave que el aceite”, pero en realidad, están llenas de engaño. Esta mujer sabe cómo tentar, no solo al hombre exterior, sino también al hombre interior, acariciando su ego y apelando a una falsa masculinidad. Sin embargo, su atractivo solo trae destrucción. El versículo 4 dice que ella, al igual que el amargo ajenjo, dejará un dolor profundo, cortando no solo matrimonios, sino también la fe del hombre que caiga en su trampa.

Entonces, la prudencia tiene que ver con no subestimar el poder destructivo de esta mujer. No solo trae sufrimiento, sino que lleva a la muerte. El versículo 5 afirma que no hay vuelta atrás una vez que ha cortado en pedazos tu vida, pues “sus pies descienden a la muerte”. Pero ¿cómo evitar esa destrucción? El versículo 6 nos da una solución es clara: debemos prestar atención a “la senda de la vida”, es decir, la verdad de las Escrituras. Solo a través de meditar, reflexionar y atesorar la Palabra de Dios podremos evitar las mentiras que nos rodean en un mundo sexualmente enfermo.

2. Considera las consecuencias de la inmoralidad

Los versículos 7-14 nos exhortan a evitar perder la sabiduría que el padre ha compartido y detallan más claramente las consecuencias de dejarse seducir por la mujer extraña. Mantenerse alejado del pecado sexual requiere más que simplemente conocer la sabiduría; el versículo 7 afirma que es necesario conservarla y aplicarla a lo largo de la vida. Si alguno pierde de vista la sabiduría a mitad de camino, correrá el riesgo de caer en tentaciones peligrosas, como la de la mujer adúltera.

En el versículo 8, el padre advierte sobre la necesidad de mantenerse físicamente alejado de la mujer extraña, señalando que “acercarse a su puerta” es un acto de orgullo y necedad. En la sociedad moderna, muchos buscan minimizar los mandamientos de Dios, queriendo acercarse lo más posible al pecado sin caer en él. Sin embargo, el sabio consejo del padre es evitar toda proximidad al pecado, no solo por la prohibición del acto en sí, sino por el amor y la sabiduría detrás del mandamiento. Dios, al prohibirnos el adulterio, busca preservarnos y bendecirnos, no limitarnos arbitrariamente.

Pero, entonces, ¿cuáles son las consecuencias del pecado sexual? Los versículos 9-10 señalan que caer en el pecado no solo lleva a la pérdida del honor, sino también del trabajo arduo que se ha invertido en construir una vida de fe, una familia y una iglesia: “No sea que des tu vigor a otros y tus años al cruel” (v 9). La inmoralidad sexual puede destruir en un instante lo que ha tomado años construir, y también puede dar a los incrédulos una razón para blasfemar el nombre de Dios.

Finalmente, en los versículos 11-14, el padre resalta el dolor y el arrepentimiento que espera al necio que ignora estas advertencias. El pecado sexual no solo trae consecuencias inmediatas, sino que al final de la vida, quienes lo han seguido sufrirán un amargo arrepentimiento por no haber escuchado la instrucción. El necio dirá en un profundo y sentido lamento: “Cómo he aborrecido la instrucción”, pues toda su vida se ha consumido por completo. Si queremos evitar este lamento al final de nuestra vida, necesitamos perseverar en la sabiduría, guardándonos diligentemente de la seducción del pecado sexual.  

3. Abraza a tu esposa con satisfacción

Proverbios 5 termina con una hermosa alternativa a la necedad del pecado sexual. En lugar de terminar en un terrible lamento y en la pérdida de todo por lo que se ha trabajado, el hijo puede acabar sus días disfrutando plenamente de una sexualidad piadosa. ¿Cómo es eso posible?

El consejo final del padre a su hijo es que abrace y disfrute de su esposa con satisfacción y fidelidad. En lugar de buscar gratificación ilícita, el padre anima a su hijo a encontrar placer legítimo y alegría en el matrimonio, como Dios lo ha diseñado. En el versículo 15, se compara a la esposa con una fuente de agua fresca, destacando que, así como un pozo suministra agua constante y satisfactoria a un hogar, la esposa es una fuente de amor y satisfacción sexual para su marido. Esta imagen es poderosa, ya que enfatiza que la esposa no es simplemente un recurso temporal, sino una fuente permanente de satisfacción. Sin esa fuente, el matrimonio, se seca.

El padre también advierte sobre el desperdicio deshonroso de buscar satisfacción fuera del matrimonio. En el versículo 16, dice que derrochar el amor sexual en otras mujeres es un desperdicio, como derramar agua valiosa en las calles sucias; la pasión íntima que debería disfrutarse en el matrimonio se pierde y se contamina en la promiscuidad. Así como aprendemos en Hebreos 13:4, el lecho matrimonial debe permanecer “sin deshonra”, no por una regla arbitraria, sino porque Dios desea que Sus hijos experimenten la alegría plena del amor de pacto en un matrimonio fiel.

Contrario a la deshonra y humillación que son producidas por el pecado sexual, la esposa resulta ser fuente de bendición y gozo (v 18). El versículo 19 utiliza expresiones relacionadas con el placer para mostrar que podemos disfrutar profundamente del matrimonio: “Que sus senos te satisfagan” y “su amor te embriague”. Esto es un recordatorio de que, como vemos en otro proverbio, encontrar una esposa es recibir un favor de Dios (Pro 18:22). Por eso, la pregunta retórica final del padre nos hace pensar en que la inmoralidad es, en última instancia, una elección tonta: “¿Por qué […] abrazar el seno de una desconocida?” (v 20).

Conclusión: el temor a Dios lleva a la libertad

La última parte del pasaje, los versículos 21-23, nos ofrecen un importante contraste entre temer a Dios y elegir el pecado: mientras que el pecado nos esclaviza, el Señor nos ofrece libertad. El versículo 22 dice que “de sus propias iniquidades será presa el impío”. Muchas personas que viven en libertinaje sexual se engañan pensando que tienen libertad de disfrutar mucho, cuando en realidad el pecado los controla a ellos. Jesús, en Juan 8:34, advierte que cualquiera que comete pecado es esclavo de este. En cambio, temiendo a Dios, podemos escapar de esta trampa.

Finalmente, debemos temer a Dios porque la necedad lleva a la muerte. Solo hay dos opciones: el temor de Dios o la necedad. Aunque algunos creen que hay caminos intermedios, las Escrituras y la razón dejan claro que la elección es entre temer a Dios o morir en la necedad. Temer a Dios nos libra de esta insensatez. El sabio consejo del padre es claro: el pecado sexual mata, y el camino para evitar la necedad y la muerte es temer a Dios.

Tomado de aquí

*Jared se desempeña como pastor asociado en Grace Baptist Church en Cape Coral, Florida. Después de haber servido en el ministerio pastoral desde 2007, obtuvo títulos de MDiv y PhD del Southern Baptist Theological Seminary en Louisville, Kentucky. Él y su esposa Heather tienen cinco hijos.


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