Por: George Whitefield
Este artículo forma parte de la serie: 365 días con George Whitefield
Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 2 Corintios 6:16
Los cristianos son «el templo del Dios viviente», de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Quienes una vez celebraron un consejo para crear están igualmente preocupados por los preparativos y la futura culminación de la redención humana. El Padre crea, el Hijo redime y el Espíritu Santo santifica a todo el pueblo elegido de Dios. Tras ser amados desde la eternidad, se les llama efectivamente en el tiempo, se les escoge de entre el mundo y, no solo por medio de una dedicación formal en el bautismo o en la Cena del Señor, sino por una entrega libre, voluntaria y sin restricciones, se sacrifican en espíritu, cuerpo y alma al servicio absoluto de quien los ha amado y se ha entregado por ellos. Esa es la religión pura y verdadera ante Dios, nuestro Padre celestial.
Este es el culto racional del cristiano o, tal como algunos consideran que significa el término, el servicio que se nos exige en la Palabra de Dios. Implica nada más y nada menos que la renuncia absoluta al mundo; en resumen, convierte toda la vida del cristiano en un sacrificio continuado de amor a Dios para que «coma o beba, lo haga todo para la gloria de Dios». Esto no implica que para ser cristianos o, por ceñirnos a las palabras de nuestro texto, templos del Dios viviente, debamos convertirnos en ermitaños o encerrarnos en conventos o monasterios. ¡Lejos esté de mí afirmar tal cosa! No, la religión que prescribe esta biblia que tengo en la mano es una religión social, una religión practicable para clases altas y humildes, para ricos y pobres, y que exige el cumplimiento debido de todas las labores cotidianas en cualquier situación de la vida en la que Dios haya decidido ponernos y mantenernos.
*George Whitefield, (1714 – 1770). Ministro de la Iglesia de Inglaterra, evangelista en el Gran Despertar, uno de los fundadores del metodismo, nacido en Gloucester, Inglaterra. Lea más de su biografía en este enlace.
Tomado de «365 días con George Whitefield«, lecturas seleccionadas y editadas por Randall J. Pederson, puedes adquirirlo en este enlace.