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En Juan 14:12, Jesús hace una asombrosa afirmación: «De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre». Jesús realizó muchas obras maravillosas e increíbles: resucitar a los muertos, caminar sobre el agua y alimentar a miles. ¿Cómo puede ser cierto que los que tienen fe en Él realizarán obras «aun mayores» que esas?
Al decir que aquellos que creen en Él harían las obras que Él hizo, Jesús no estaba diciendo que cada cristiano caminaría sobre el agua y resucitaría a los muertos. Los apóstoles en el libro de Hechos realizaron algunos milagros que fueron similares a las obras de Jesús, pero ni siquiera ellos caminaron sobre el agua o alimentaron a multitudes, hasta donde sabemos. El Espíritu Santo da diferentes dones a diferentes personas según lo considere apropiado (1 Corintios 12:4). No todos tienen el mismo grupo de dones. Algunos creyentes tienen dones más públicos y otros tienen dones más silenciosos y privados.
Jesús dijo que no solo Sus seguidores harían las mismas obras, sino que harían «mayores» obras que Él. De nuevo, esto no es una referencia a que las obras sean mayores en poder. Jesús había resucitado a Lázaro, que había estado cuatro días en la tumba (Juan 11); humanamente hablando, ni siquiera los apóstoles hicieron una obra mayor que esa. Nadie nunca ha superado el poder o la majestuosidad de los milagros de Jesús.
Entonces, ¿qué quiso decir Jesús con que Sus fieles seguidores harían obras «mayores» que Él? Sin lugar a dudas, las obras de los seguidores de Jesús serían mayores en alcance. El ministerio terrenal de Jesús había estado limitado en gran medida a Galilea y Judea; Sin embargo, Sus discípulos iban a extender Su ministerio hasta los confines de la tierra. Cuando Jesús ascendió al cielo, Sus seguidores eran centenares; cuarenta días después, en respuesta a la predicación de los apóstoles, ese número saltó a los miles (Hechos 2:41). Al final de Hechos, el evangelio había llegado a Roma.
Jesús relaciona las obras de Sus seguidores con el hecho de Su regreso al cielo. De hecho, dice que Su ausencia es la causa de sus obras mayores: «El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre» (Juan 14:12). Jesús luego les dijo a sus discípulos que el regalo del Espíritu Santo dependía del regreso de Jesús al cielo (Juan 16:7). Es a través del Espíritu que la iglesia puede realizar la obra de Dios.
Jesús también vincula las obras mayores que harán Sus seguidores con la promesa de la oración contestada. Sus siguientes palabras: «Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré» (Juan 14:13–14).
Las palabras de Jesús en Juan 14 fueron de gran consuelo para Sus once discípulos. Estaba a punto de ser arrestado y sufrir una muerte cruel e injusta. Los propios discípulos serían dispersados esa noche. Pero Jesús les asegura que, pase lo que pase, la obra de Dios continuará en el mundo. Incluso después de que el ministerio terrenal de Jesús terminara, Su obra seguiría adelante. Los seguidores de Cristo, fortalecidos por el Espíritu Santo, continuarían ayudando y sanando a las personas. El evangelio tendría un impacto mundial. A medida que el pueblo de Dios ore en el nombre de Jesús, vendrán las respuestas, y el mayor milagro de todos: la transformación espiritual de un corazón pecador a través de la fe en Cristo, se convertiría en algo común, para la gloria de Dios.
Publicado originalmente aquí