Por: J. C. Ryle
Cristo jamás permitirá que se pierda algún alma que le haya sido encomendada. La mantendrá a salvo, llevándola de la gracia a la gloria, a pesar del mundo, la carne y el diablo. No se quebrará jamás un solo hueso de su cuerpo místico. No quedará atrás en el desierto un solo cordero de su rebaño. En el último día resucitará a la gloria a todo el rebaño que tiene a su cargo y no faltará ni uno solo.
Tomado del comentario de J.C. Ryle al Evangelio de Juan
*J. C. Ryle (1816-1900): Obispo anglicano, que nació en Macclesfield, Cheshire County, Inglaterra